La era de la madurez
Las películas no tienen la responsabilidad de las preguntas que disparan en el espectador pero “¿quién quisiera tener un hijo hoy en este contexto?” es una que yo me hago luego de ver El encanto, la producción dirigida por Ezequiel Tronconi junto a Juan Pablo Sasiaín y protagonizada por Mónica Antonópulos y por el mismo Tronconi. Pero en fin… ¿Quién es uno para juzgar las necesidades del semejante? Y esas son algunas de las cuestiones que plantea este film.
La película se mueve y gira entre la inocencia romántica y la negación programada respecto de las necesidades en una pareja. Cierta incomodidad intelectualoide y forzada del protagonista es medio vacía y sin embargo se sienten naturales sus expresiones emocionales en el vínculo. En cambio al personaje de Antonópulos se la nota más honesta y relajada, en todos los sentidos posibles dentro la relación… y más aún considerando que es casi el único ámbito en el que la vemos desplegar y mostrarse en plenitud.
Es así que el personaje de Tronconi se va en pose porque evidentemente no conoce otra cosa (es lo que ha visto de su padre, interpretado por Boy Olmi) y termina su esmerada pretensión con más impostación de su comportamiento y las necesidades cercanas a su esencia. Un viaje a tierras lejanas como respuesta a todo.
El encanto es una película honesta con personajes que, cada uno desde su lugar y de lo que pueden dar, entregan una porción de emoción e ideas sobre las cuestiones de las cuales va más o menos la vida.