El encanto

Crítica de María Paula Putrueli - Funcinema

MADUREZ FORZADA

Ezequiel Tronconi no solo comparte protagónico con Mónica Antonópulos, sino también debuta en la dirección de esta, su ópera prima. Junto al director Juan Pablo Sasiaín, con quien también comparte el rol de guionista, presenta un relato sobre los miedos de soltar finalmente una adolescencia eterna y madurar algunas cuestiones que parece no tener resueltas, entre ellas la paternidad.

Juliana (Antonópulos) y Bruno (Tronconi) están en pareja hace ocho años, con una buena vida en cuanto a posición económica y trabajos satisfactorios. Todo pareciera ser una luna de miel eterna. Ella es cocinera en un programa de televisión, él tiene su propio negocio de vinos y un hobby musical donde canaliza todo el arte que heredó de su padre.

El conflicto se presenta cuando Juliana manifiesta sus ganas y necesidad de ser madre. Aún con todo el amor en el mundo que se tienen y siendo una pareja en principio estable, si una de las partes duda nada de eso alcanza. Bruno quiere seguir viajando, conocer lugares, salir a boliches, emborracharse sin tener horarios definidos, toda una vida que con la llegada de un bebé deberá modificar bastante.

En el proceso de esa búsqueda y de poder definir si realmente está listo para ser padre, Bruno transita unas cuantas situaciones, algunas más obvias que otras, como una fiesta a la que va sin su pareja donde la tentación y tensión sexual que mantiene con su empleada se hace difícil de controlar. También las charlas con su padre, un bohemio naturista que compone Boy Olmi con una frescura que trasciende la pantalla y que se transforman posiblemente en las mejores escenas de la película. La vuelta a la música, ese cable a tierra que paradójicamente lo hace volar por ese mundo idílico que desea y distintos encuentros que lo interpelan para tomar una decisión definitiva.

Lo mejor del relato sin dudas son las actuaciones, aún cuando el protagonista claro es Bruno, el personaje de Juliana, gracias al carisma y talento de Antonópulos, logra una química con Tronconi que sostiene y lleva a buen puerto esta historia de amor con algunos obstáculos en el medio. La puesta es perfecta, demasiado quizás, la estética es tan correcta que se vuelve algo plana, como esos comerciales de televisión de la vida perfecta en la casa perfecta; eso le resta algo de sensibilidad y cercanía a la historia, haciendo un poco más difícil conectar con ella.

Aun cuando el tema no propone originalidad, es una película amena que entretiene y logra el disfrute del espectador.