Poco cine para celebrar
Justo para el Bicentenario de la Independencia llega esta película que reconstruye la reunión cumbre entre San Martín y Bolívar.
José de San Martín y Simón Bolívar se encontraron en Guayaquil a fines de julio de 1822. Ambos venían liderando sendos procesos independentistas, y por entonces se encontraban en una encrucijada: el primero, que marchaba desde el sur, necesitaba reforzar sus tropas para el golpe final en Perú. El segundo, buscaba la validación definitiva de su liderazgo político. El resultado fue una reunión cuyo contenido constituyó uno de los grandes secretos de la historia regional.
Dirigida por Nicolás Capelli (Matar a Videla) y basada en una investigación de Pacho O’Donnell, El encuentro en Guayaquil teoriza sobre esa reunión e intenta ir un poco más allá retrotrayéndose hasta situaciones puntuales de la década previa que permiten entender las razones detrás de los pedidos de cada uno de los líderes.
El film es de esos que felizmente ya casi no se hacen. Pesado, didáctico, sobreactuado y con un acabado técnico digno de la década de 1980, el relato va y viene en el tiempo y en el espacio, intentando amalgamar su vertiente histórica con una más emotiva centrada en los avatares románticos de San Martín (Pablo Echarri, siempre listo para mostrar el torso) y Bolívar (el colombiano Anderson Ballesteros).
Con una estética y ritmo dignos de una de las novelas brasileñas de Telefé, El encuentro de Guayaquil tiene algunos de los momentos más involuntariamente hilarantes del año, además de unas vueltas argumentales que envidiaría más de un guionista televisivo. El Bicentenario de la Independencia merecía una película mejor.