Papelones históricos
Dentro de un género no muy trabajado en el cine argentino posterior a la Edad de oro, el cine histórico tuvo una pequeña moda a fines de los 60 con las películas de Leopoldo Torren Nilsson y quienes siguieron sus pasos pero en general, por cuestiones políticas y de producción, ha sido dejado de lado por el cine nacional, con famosas pero escasas excepciones. Sin embargo, en los últimos años, libertad tecnológica mediante, se han intentando realizar una nueva serie de films sobre personajes históricos de nuestra historia. El encuentro de Guayaquil, basado en un texto de Pacho O´Donnell, cuenta la historia del encuentro entre José de San Martín y Simón Bolivar. Lo que ocurrió en dicho encuentro no se sabe pero la película crea una ficción acerca de lo que pudo haber ocurrido.
El encuentro de Guayaquil es un misterio estético. Sorprende que en el año 2016 aparezca un relato surgido del peor cine argentina de hace por lo menos veinte años atrás. Con instantes que parecen de telenovela, pero mayormente con un aire de biopic revisionista filmado en otra época de la historia del cine argentino, una mala época del cine argentino. Con recursos estéticos que no encuentra justificación, como esa cámara que parece no querer estabilizarse, esos encuadres forzados y ridículos que no llevan a ningún lado.
Por supuesto que la obsecuencia imperdonable de los artistas durante el kirchnerismo encuentra en el actor militante y aplaudidor del poder Pablo Echarri al intérprete ideal para actuar de forma deplorable el papel de San Martín. Pero la complicidad de este señor con el gobierno no debe tapar la evaluación de una película que es singularmente mala. Solo se hace mención a este tema porque las bajadas de línea política aparecen a lo largo de toda la trama. En un par de años, si acaso alguien vuelve a ver este film, posiblemente no se vinculara el discurso del film con la coyuntura en la que fue creada, pero ahora es imposible no ver que este film vio la luz debido justamente a la época en la que fue presentada.
El revisionismo de la película no consiste en explorar de forma sofisticada la trama política o los temas que podrían surgir a partir de esto. El revisionismo consiste en poner a los personajes en situaciones cotidianas, no en lecturas más complejas. Pero las actuaciones, particularmente malas todas ellas, impiden ni siquiera por un segundo el prestarle atención a los diálogos de por sí falsos y forzados. Los dos actores principales son incapaces de hacernos creer que son próceres, o militares, o seres que pudieran haber existido. Son dos actores actuando mal a dos personajes importantes. Mucho se ha criticado la versión de San Martín que hizo Leopoldo Torre Nilsson en El Santo de la espada, pero Alfredo Alcón, aun con su impostado bronce, lograba darle más vida a este San Martín insólito. Y Torre Nilsson, con muchas limitaciones en el resultado final, conseguía momentos de verdadero cine.