Dirigida por Erin Kolirin, un hombre que dice amar y odiar a su país con igual intensidad, pero que siente que es su lugar en el mundo. Su guión se centra en una familia que simboliza las nuevas y viejas generaciones de un Israel pujante, cada vez mas preocupada por el éxito. Un hombre que estuvo 27 años sirviendo en el ejército intenta una vida de civil, como un empresario, sin entender las reglas, con cursos inútiles. Cuando necesita descargarse dispara su pistola mirando una colina donde están los otros, los palestinos. Su hija simboliza las nuevas generaciones, con militancia antibélica y amigos árabes con quienes no se sentirá cómoda y muchas veces en peligro. Su madre es una “milf” (mujer madura, sexualmente atractiva) que se mezcla con una aventura con un alumno. El otro hijo del matrimonio, un observador lejano interviene obligado de manera violenta. Toda esa familia, como la sociedad apunta el director, navega entre la culpa, la violencia, la necesidad de convivencia, la necesidad de perdonarse todo. En un camino que no se sabe donde terminara. Inquietante visión personal, con apuntes osados de actitudes y filosofía de vida. Interesante de ver.