Cazador cazado
No hay duda de que Roman Polanski es uno de los directores europeos más importantes de las últimas cinco décadas, pero lo cierto es que sus problemas judiciales han desviado (y desvirtuado) la atención y la valoración respecto de su cine.
Presentado con su realizador ya encarcelado en la competencia oficial del último Festival de Berlín -donde Polanski fue distinguido con el premio a la mejor dirección-, este intenso y atrapante thriller político narra la histora del ghost writer (o escritor fantasma) al que alude el título (reivindicatorio trabajo de Ewan McGregor), que es contratado para escribir la autobiografía de un ex primer ministro británico demasiado parecido a Tony Blair (Pierce Brosnan), que al mismo tiempo es acusado ante la justicia por crímenes de guerra.
Esta película de clara progresión hitchcockiana (hasta la banda sonora remite a títulos como Intriga internacional o La ventana indiscreta) describe cómo el personaje de McGregor va descubriendo durante su investigación oscuros secretos del ex premier que involucran abusos de la CIA y del MI5, a partir de algunas pistas que había dejado su predecesor en la escritura del libro de "memorias", que aparece muerto en la playa durante la primera escena del film.
Algunos podrán ver en este nuevo trabajo del director de El bebé de Rosemary o Barrio Chino un buen ejercicio de estilo o un sólido exponente de género a-lo-Jason Bourne (como si ése fuese un mérito menor), pero en mi caso reivindico a El escritor oculto como un film potente, atrapante e inteligente en su entramado político o incluso en sus extensos diálogos. Y más valioso, en la comparación, que ese cine "importante" en el que Polanski incursionó con la sobrevalorada El pianista.