Maldad y vejez: dos virtudes para la sabiduría y la diversión
Pocos directores que comenzaron su carrera en los años cincuenta del siglo XX siguen vivos y filmando. El polaco Roman Polanski es uno de ellos, y su nueva película es una de las más divertidas de la temporada. Ahora bien, ¿se puede definir a una película como divertida?
Suele decirse que la diversión y el aburrimiento son particulares, que no todas las veces se comparten: lo que a algunos divierte a otros aburre enormemente, y viceversa. Para mí, inexplicablemente, las carreras de autos tienen público, un público que –para mi estupor– dice no morirse de aburrimiento viéndolas. Por su parte, una película puede ser mucho más aburrida si uno la ve, con hambre, esperando que termine para ir a comer una pizza. Sin embargo, creo firmemente que la película de Polanski es divertida, realmente divertida, una de las películas más divertidas en mucho tiempo. Es divertida incluso con hambre, es divertida casi escandalosamente. Es una de esas películas en las que uno disfruta tanto que cree estar excediéndose. Una de esas películas que combinan maldad, acidez, inteligencia y sabiduría. Diálogos y situaciones con filo, palabras como golpes, una cámara al acecho, que devela torcidas intenciones en los gestos y en las miradas de los personajes que rodean al “escritor”.
El escritor oculto es un thriller político, una comedia sobre el poder, un estudio sobre mezquindades, sobre ocultamientos, sobre desastres políticos: la película golpea sin piedad –mediante otros nombres– a Tony Blair y a su mujer, y también a la CIA, a George W. Bush y a un sistema mundial convertido en pura fantochada. La película desborda misantropía: Polanski no quiere a nadie. El escritor oculto es una película destructiva, que se enrosca tanto que termina con varias inconsistencias en la resolución de su intriga. Sin embargo, sus agujeros lógicos son un problema menor ante tanta diversión brindada por con humor y sin pomposidad, con la gracia de quien maneja su medio de expresión y con algo del Hitchcock de la primera mitad de Intriga internacional y de ¿Quién mató a Harry?
Algunos detalles
1. Los actores (Ewan McGregor, Pierce Brosnan, Olivia Williams, Kim Cattrall, Tom Wilkinson, etc) se prestan al juego con gracia, y parecen irradiar la felicidad típica de formar parte de un proyecto que valoran. Los minutos de James Belushi son incandescentes, los de Eli Wallach son toda una demostración de elegante veteranía. Por su parte, el culo de Kim Cattrall es filmado con regocijo (comparar esto con la tilinguería apática de una película como Sex and the City).
2. El GPS que decide un viaje (y la suerte) del protagonista es un gran acierto, y revela esa extraña y fascinante maldad de las máquinas, que tan bien representaba Hitchcock con ese avión que salía de la nada y perseguía a Cary Grant en Intriga internacional.
3. Vayan a ver esta película. Y vayan al cine, no la vean en un DVD rasposo, súmense a la fiesta que ofrece un cineasta maligno y sabio. Si se divierten y esta es la primera película de Polanski que ven, consigan otras como El bebé de Rosemary, Cul-de-sac, Búsqueda frenética, Perversa luna de hiel y La novena puerta. Y si no se divierten, bueno, qué quieren que les diga, vean una carrera de autos.