Uno de los directores más celebrados del MCU desembarca en DC. ¿El regreso de The Suicide Squad está a la altura de las expectativas?
The Suicide Squad es de esas producciones con tanta historia que amenaza con comerse a la misma película, y a esta reseña con ella. Tenemos a la telenovela de la cinta original, con campaña de fans incluida para que se le dé el mismo tratamiento que a Justice League. También la igual de sonada salida del director James Gunn, famoso por sus Guardianes de la Galaxia, de Disney y su arribo en Warner. Y, como producto de la combinación de esos dos elementos, El Escuadrón Suicida de seguro caerá de una manera u otra en la grieta DC/Marvel que puede leerse en las redes. Algo especialmente palpable en Argentina, que históricamente “es de DC”. No ayuda que el estudio, en un intento de borrar la existencia de la anterior película, tituló sin reconocimiento de que esta es una secuela, solo agregando el “The” para intentar salvar las inevitables futuras confusiones. Por suerte, la calidad del material es lo suficientemente bueno como para que, una vez que el polvo se asiente, la película se pare sobre sus propios pies.
The Suicide Squad, como pudimos ver en la versión anterior, cuenta la historia de la Task Force X, una operación militar creada por Amanda Waller (Viola Davis) a partir del reclutamiento de supervillanos que cumplen su condena en la prisión de máxima seguridad Belle Reve. A cambio de poner el cuerpo, los prisioneros reciben un descuento de su pena. Si intentan escapar o se van contra las órdenes dadas, la bomba insertada en su cerebro estalla.
Escuadrón Suicida
Esta vez la misión los lleva una ficticia isla nación caribeña llamada Corto Maltese, donde deberán destruir una peligrosa investigación antes que los nuevos dictadores (que, mediante un golpe de estado, derrocaron a los antiguos dictadores) puedan usarla contra los Estados Unidos. De la formación anterior regresan Harley Quinn (Margot Robbie), Rick Flag (Joel Kinnaman) y Captain Boomerang (Jai Courtney). Se suman Bloodsport (Idris Elba), Peacemaker (John Cena), Ratcatcher 2 (Daniela Melchior), Polka-Dot Man (David Dastmalchian), Savant (Michael Rooker), Blackguard (Pete Davidson), T.D.K. (Nathan Fillion), Javelin (Flula Borg), Mongal (Mayling Ng), Weasel (Sean Gunn), Calendar Man (también Sean Gunn) y King Shark (con la voz de Sylvester Stallone).
(De la trama no diré nada más, porque se disfrutan más sus vueltas de rosca viéndola a ciegas. Aunque debo comentar que, en ese frente, la campaña de marketing hizo un pésimo trabajo. Si viste el último tráiler, vas al cine sabiendo el remate a la mitad de los chistes).
Si el elenco de villanos de la C parece excesivo, desbordante, desquiciado, esto es porque está es la apuesta de The Suicide Squad y, no casualmente, es una de las marcas de Gunn. Desde la apertura, con créditos de fílmico lavado y una canción de Johnny Cash (¿un guiño para Snyder?), queda claro que aquí el guionista y director volvió a apelar a la nostalgia por las cintas de exploitation de los setenta que claramente fueron una escuela para él.
De hecho, aquí Gunn se acerca mucho más al espíritu de Troma, la productora con la que se hizo su nombre en los noventa, ya que lejos de la mirada castradora del Ratón Mickey y su mandato ATP, pudo desatar todo su amor por el gore y la violencia caricaturizada al punto de la comedia. Tan es así que por momentos sorprende que The Suicide Squad, que contiene como vimos en los avances a un tiburón humanoide partiendo un ser humano a la mitad con las manos, haya sido calificada con un suave +13.
Escuadrón Suicida
Más allá de la sangre y las tripas, es posible encontrar cierto ADN compartido con sus dos hits de superhéroes previos, hechos para la competencia, en la sensibilidad con que se van construyendo los personajes y el equipo. Si bien esto le quita un poco de lustre a la fórmula, no por eso es menos efectiva. Uno puede ver cómo va tirando de los hilos, y sin embargo cuando llega el momento de las resoluciones emotivas a los arcos personales y grupales del elenco, estas pegan con igual fuerza.
La acción es vistosa e ingeniosa, los chistes son (casi siempre) graciosos y los personajes son queribles, no importa que tan tirados de los pelos sea el concepto en que están basados. Pero quizás lo más admirable del trabajo de Gunn y, en particular, The Suicide Squad, es la facilidad con la que la película baila entre los diferentes registros.
Hasta puede encontrarse un comentario geopolítico, necesario si tenemos en cuenta el mero concepto de la película sobre un equipo clandestino de los Estados Unidos desplegado para intervenir como se le dé la gana en naciones soberanas a lo largo y ancho del mundo, y mucho más logrado que cualquier paseo de Superman por el Congreso.
(Hay, también, por lo menos dos o tres guiños a la Argentina, que de seguro no se le escaparan al espectador local, y que invitan a pensar cual es la conexión criolla con El Escuadrón Suicida).
Que un personaje sea establecido como un remate no quita que una hora después tenga un momento delicado que enternece, o que haya una escena emotiva en que conectan dos actores no evita que acto seguido la cosa más bizarra inunde la pantalla. Todo esto sin que el contraste rompa el hechizo puesto sobre el espectador, porque desde la primera escena quedó establecido que, durante el lapso de estas dos horas y monedas, vale todo.
En este sentido, The Suicide Squad aparece casi como un antídoto a la seriedad en blanco y negro, el dark & gritty que ha terminado por definir a la franquicia bajo el mando del ya removido Zack Snyder. Lo que, por otro lado, de seguro traerá cola dentro de los fans más leales del cineasta detrás de Man of Steel y Batman v. Superman.
No debe dejar de señalarse que esto también es posible gracias al elenco de The Suicide Squad, que es capaz de encontrarse en la comedia, la acción y el drama por igual. Se destacan sobre todo Idris Elba, Viola Davis, la revelación de la película Daniela Melchior y Margot Robbie, quien ya ha hecho de Harley una segunda piel.
En resumen, estamos ante una gran comedia de acción, que prueba que Gunn entiende como armar una película de superhéroes, o tanque de Hollywood en general. Primero pone a los personajes, mientras más extravagantes mejor, y los arroja en una aventura llena de sentido del humor y el corazón. Todo lo demás, el espectáculo y la acción, cae por su propio peso.