Esta mezcla de secuela y relanzamiento de los personajes de DC Comics mejora gracias al aporte del director de «Guardianes de la galaxia», que la convierte en una saga más ligera e inteligente. Con Margot Robbie, Idris Elba, Viola Davis y gran elenco.
Tras unos meses en los que estuvo a punto de ser enviado al limbo de la cancelación por un par de bromas en Twitter un poco «políticamente incorrectas» que hizo muchos años atrás, James Gunn salió de ese pozo con la intención de salvar al cine de superhéroes, salvar el enredado universo DC o salvarse a sí mismo al tomar posesión de la franquicia ESCUADRON SUICIDA, tras ser echado de la tercera parte de GUARDIANES DE LA GALAXIA por Disney. En ese momento, el hombre no sabía que iba a lograr evitar caer del todo en la condena social y tampoco imaginaba que Disney lo iba a volver a contratar para esa misma película, así que lo que hizo fue llevar el espíritu que le había dado a los dos volúmenes de su franquicia de Marvel al despistado mundo de DC. Y funcionó bien.
Es cierto. El caos en el que suele estar el combo Warner/DC es tal que con solo hacer las cosas más o menos decentemente al tipo le resultaría sencillo poner a su película primera en el ranking de calidad de ese complicado multiverso. Y EL ESCUADRON SUICIDA –que no es secuela de la de 2016 ni reboot sino algo que funciona un poco como las dos cosas y otro tanto como ninguna– es, sí, una buena forma de despabilar a la bestia, de sacarlo de la operística grandilocuencia de Zack Snyder y de cierta banalidad un tanto ñoña de los films de WONDER WOMAN, supuestamente armados para alivianar el ladrillo y la gigantografía sin vida armada en el estudio.
EL ESCUADRON SUICIDA no agregará mucho nuevo al género pero al menos funciona con ligereza, liviandad, cierta inteligencia, un sentido del humor ingenioso, algunos buenos personajes y unas pocas sorpresas. Sí, es cierto, se podrá decir que no es otra cosa que una versión más terrenal de GUARDIANES DE LA GALAXIA mezclado con DOCE AL PATIBULO (disponible en HBO Max, si quieren comprobar las similitudes) y un toque de GODZILLA y el mundo del kaiju. Y que Gunn incluye también sus perlitas de melómano fanático del power-pop en modo rockola. Pero el aparato funciona. Se nota que es un material denso que en otras manos podría ser pesado, pero el espíritu juvenil del realizador lo libera de algunas obviedades que están inscriptas en el guión, especialmente las ligadas a temas políticos.
El espíritu lúdico y a la vez ultraviolento del film (no olvidar que Gunn empezó haciendo películas para el sello Troma) quedan evidentes de entrada cuando, básicamente, se nos presenta a un grupo de presidiarios que van a invadir una isla latinoamericana llamado Corto Maltese (en honor al artista gráfico argentino Hugo Pratt) y son casi todos brutalmente liquidados por los locales, que los esperaban avisados. Hay muchas «celebridades» que son aniquiladas en esa intro –quizás no convenga adelantar quiénes son, aunque seguro muchos ya lo saben– y pronto Gunn da comienzo a la verdadera película con los personajes esperados, grupo al que se sumará una de las sobrevivientes de esa masacre, la popular Harley Quinn (Margot Robbie).
El grupo retoma y cambia buena parte de los «componentes del de la película de David Ayer de 2016. Pero aquí la pirotecnia recibe la inestimable colaboración de algunos buenos diálogos y un humor más afilado, irreverente, con mayor timing cómico. Los nuevos presos en busca de una chance de reducir sus condenas haciendo misiones para el gobierno estadounidense –cualquier similitud con la situación personal de Gunn en la industria quizás no sea pura coincidencia– caen en la isla en cuestión, enviados por Amanda Waller (Viola Davis), con el objetivo de destruir un experimento secreto que se está haciendo en ese lugar y que puede caer en manos peligrosas ya que allí hay un violento conflicto político entre, bueno, ya verán…
La Task Force X en cuestión la integran la citada Quinn –bah, ella se suma después, siempre un poco haciendo las cosas por su lado–, Rick Flag (Joel Kinnaman), Bloodsport (Idris Elba), el curiosamente llamado Peacemaker (John Cena), el bizarro Polka-Dot Man (David Dastmalchian), Ratcacher 2 (Daniela Melchior) y su rata amaestrada, y una especie de tiburón medio tonto (con voz de Sylvester Stallone), llamado King Shark, uno de esos personajes que tranquilamente podrían existir en GUARDIANES… No es la única cosa que Gunn incorpora aquí de ese mundo. Fundamentalmente, su obsesión porque sus personajes tengan traumas o lazos familiares (con padres, madres e hijos) que expliquen buena parte de sus actos. Es una manera un tanto recurrente y simplista de construir personajes, pero parece que es la que al hombre más le satisface.
Una vez en la isla, la banda de descastados se encontrará con políticos latinoamericanos de manual, guerrilleros (o «freedom fighters«), militares de variopintos acentos (en Corto Maltese se habla un mix & match de acentos latinos, incluyendo algunos «che» y «boludo» muy argentinos) y una mente criminal llamado The Thinker –interpretado por el veterano actor inglés Peter Capaldi– quien aparentemente controla el experimento Starfish (ya verán a qué se refiere con eso). De ahí en adelante será una película de misión, con nuestra banda de antihéroes enfrentando a varios enemigos a la vez, incluyendo a algunos de sus propios integrantes que quizás tengan planes secretos.
EL ESCUADRON SUICIDA intenta, como lo hizo recientemente la serie THE FALCON AND THE WINTER SOLDIER aplicar una suerte de correctivo a la lógica del cine de acción norteamericano en el cual un grupo de héroes de barras y estrellas invade un país, liquida a algún dictador y todos vuelven felices y contentos. Un poco siguiendo cierta tendencia «progresista» del cine hollywoodense actual, aquí hay algunas críticas y sorpresas ligadas a los objetivos de algunos de los enviados a la expedición y, especialmente, al rol del gobierno en la creación y mantenimiento de ese peligro inminente. En algún que otro momento Gunn le dará un lugar mayor al tema, especialmente porque coincide –y combina muy bien– con el carácter de marginados que también tienen nuestros protagonistas. A ellos no los recibirán bien en la isla, pero tampoco los tratan mucho mejor en casa.
ALERTA DE POSIBLES SPOILERS
Si bien en un momento la película se convierte en un encadenamiento de escenas de acción –algo inevitable en el género– sus dos horas y monedas pasan mucho más amablemente que la mayoría de los films de superhéroes de similares duraciones. Quizás sea porque los personajes son más interesantes o bien porque Gunn es más claro a la hora de que el espectador entienda qué está en juego en cada situación y filma en consecuencia con mayor claridad. Pero creo que el secreto pasa porque, en su última parte, la película sale un poco del belicismo más clásico y gira hacia una versión del kaiju-eiga, con las características un tanto más propias de ese género japonés de monstruos y criaturas gigantes.
Por momentos Gunn abusa –como tantos otros cineastas que hacen este tipo de películas– del clip musicalizado en el que a veces cuela algún flashback, mete cámaras lentas por doquier y exagera la lógica física de los espacios. Pero en relación a lo que suele verse en el cine de Marvel y DC, se trata de una película más física, más gore, con los pies un poco más en la Tierra al menos durante dos tercios de su relato. Y cuando la acción, finalmente, se vuelve más absurda e implausible, hay situaciones, personajes y hasta un género que lo amerita, que lo incorpora naturalmente a sus posibilidades.
FIN DE ZONA DE POSIBLES SPOILERS
Juan Diego Botto y Alice Braga aparecen en importantes roles dentro del mundo «latinx» de la película, mientras que de parte de los protagonistas el centro de atención está bastante repartido. Ya verán que algunos de los personajes en apariencia menores del grupo terminan siendo centrales y fundamentales a la trama, además por supuesto de Idris Elba y Margot Robbie que, lamentablemente, no tienen demasiadas escenas juntos. EL ESCUADRON SUICIDA es entretenida, leve, se toma y no se toma en serio al mismo tiempo, intenta ser relevante sin ser discursiva y, en cierto modo, celebra este tipo de grupos en los que Gunn se especializa: los antihéroes (más que superhéroes, ya que pocos tienen algún poder real), los marginales, los perdedores, los últimos de la fila, los traumados y hasta los psicóticos. Una familia de descastados en busca de una nueva oportunidad.