El Escuadrón Suicida: El reino de los cielos será para los descarriados
Aquellos locos bajitos (y asesinos)
James Gunn (Slither, Guardians of the Galaxy) se mete con los chicos y las chicas malas de DC Comics en un espectáculo de exageraciones, sinsentidos programados y hemoglobina. El Escuadrón Suicida llegó a la pantalla para revolucionar el mundo de la Distinguida Competencia.
¿De qué va?
Este es el infierno: Belle Reve, la prisión con el mayor índice de mortalidad de los EE. UU. Ahí van a parar los peores supervillanos, que harán lo imposible por escapar, incluso unirse al Cuerpo Especial X, super secreto y super turbio. ¿La tarea a todo o nada de hoy? Reunir un grupo de estafadores, como Bloodsport, Pacificador, Capitán Bumerang, Cazador de Ratas 2, Savant, Rey Tiburón, Blackguard, Jabalina y nuestra psicópata preferida, Harley Quinn. Luego, armar al grupo hasta los dientes y tirarlo (literalmente) en la isla remota Corto Maltés, repleta de enemigos. Si alguien apuesta, lo sensato es hacerlo en su contra… en contra de todos.
Lo mejor que tiene la nueva película de Gunn (que escribió también el guión, que viene del mundo de Troma y hasta invitó nuevamente a Lloyd Kaufman para un cameo) es la manera que tiene de separarse del espíritu Zack Snyder pero sin tener que separarse de sus personajes. Con Shazam, Warner demostró que sus personajes podían tener otros tonos, pero en ese caso el camino era más simple porque no se cruzaba con ningún personaje que ya había aparecido en este mundo (salvo el chiste del final, claro).
Este soft reboot retoma a personajes de la primera iteración (ese Frankenstein “dirigido” por David Ayer) pero logra hacerlos vivir en la retorcida manera que tiene de ver el mundo su director. Y esta es una de las cosas más importantes de esta película: se basa exclusivamente en personajes y sus interpretaciones. Si eso falla, todo se desmorona. Pero ¡albricias! eso no ocurre.
Joel Kinnaman, Idris Elba, Margot Robbie, John Cena, Viola Davis, Daniel Melchior, David Dastmalchian, Peter Capaldi, incluso Sylvester Stallone solo desde lo vocal, todos y cada uno de sus personajes dan en el tono, tienen sus momentos y son tridimensionales. No son villanos (bueno, alguno que otro hay), son pobres personas que tomaron malas decisiones, tienen problemas o simplemente son ególatras.
El otro punto a destacar: el humor. Un humor descarnado, desubicado, sorpresivo, aberrante en algunos casos. Tanto, que siempre está al borde de la banquina (incluso en la sala donde la vi, un tipo se rió fuerte cuando apareció una secretaria de grandes pechos, y cuando vio que nadie lo secundó se llamó al silencio con una velocidad apabullante). James Gunn es una suerte de nene de 10 años a quien le dan todos los juguetes que le gustan, para que haga la historia que quiere en su habitación.
Ese desparpajo, permite no sólo estar riendo a carcajadas durante gran parte del tiempo, sino también disminuir el nivel de impresión por la sangre y las muertes. Una manera inteligente de edulcorar una cinta que no debería ser vista por menores de edad… salvo que quieran salir como nosotros, obviamente.
Y a pesar de estar siendo parte de un sistema de estudios, se permite CIERTAS (tampoco es el Che Guevara del cine de entretenimiento) críticas sanas, escondidas en chistes que si los pensas con detenimiento pueden ser hasta incómodos.
Los efectos visuales son tan efectivos, que nunca te detenes a intentar descubrir donde está el truco. En un universo con un tiburón humanizado, una estrella de mar extraterrestre gigante y un tipo que lanza círculos de colores de sus manos… es menester el nivel de profesionalismo en vfxs.
La cantidad de easter eggs al mundo de DC es gigantesca, con un nivel de freakismo a los detalles que recuerda mucho a cada viernes luego de mirar WandaVision en Disney+.
ADEMÁS, tiene muchos guiños a la argentinidad, visuales y sonoros, que se suman a la fiebre luego de la Copa América, los JJOO y el mate de IT2.
Como toda película con tanto control de su creador, tiene algunas secuencias que podrían borrarse sin que afecte en nada al relato. Así como ciertos vaivenes temporales que algunas veces son efectivos, pero otros no. Sin embargo, esa imperfección desnuda la libertad creativa de Gunn que supo capitalizar sus decisiones en Guardians of the Galaxy, sintiéndose similar pero no como una burda copia.
Una bocanada de aire fresco para el cine de superhéroes de DC, una bocanada con gusto metálico… ¿es acaso sangre esto? Bueno, hasta siempre.