Los villanos Harley Quinn, Bloodsport, Peacemaker y una colección de estafadores en la prisión de Belle Reve se unen al Task Force X, en la lejana y abarrotada de enemigos de la isla de Corto Maltese.
Salió un tráiler con Bohemian Rhapsody de fondo, todo se veía genial. Tenía ritmo, explosiones, chistes y todas esas cosas que uno esperaría para una película basada en uno de los grupos más delirantes de los cómics. Pero llegó el estreno y era todo menos eso, la experiencia dejó un mal gusto y cuando se anunció que iban a hacer otra cinta sobre ellos temíamos por el resultado. De nuevo, un trailer nos mostró descontrol y nos ilusionó. Lo bueno es que, esta vez, no todo quedó en un adelanto.
The Suicide Squad al fin llegó a los cines y demuestra que las películas que salen de DC no necesitan ser oscuras o solemnes para ser fieles a los personajes y a las historias que conquistan las viñetas desde hace más de ocho décadas. James Gunn aceptó dirigir esta película cuando Marvel lo despidió por los viejos tweets que se habían viralizado. Convencido de que su carrera se había acabado, enfocó toda su energía en esta nueva oportunidad y se nota que él tuvo la libertad que le faltó a tantos otros realizadores.
Esta cinta es divertida, es colorida, es terriblemente explosiva en todos los sentidos de la palabra -mucha gente se muere a causa de explosiones, es un tema recurrente acá-. Además, no es completamente irrespetuosa con la anterior. Si bien no se hace referencia a ella, se da a entender que es una especie de continuación, por supuesto que esto está reforzado con la aparición de los personajes que ya habían estado allí. Pero la gran diferencia es que ahora lo hacen en una historia que los entiende, que les dan sentido y profundidad, además de un arco narrativo que dan ganas de ver.
Este grupo de desadaptados está lleno de villanos, pero el guion de Gunn es lo suficientemente inteligente como para no pretender forzar la empatía del espectador. Se genera, por supuesto, pero evitando los mensajes subrayados a las explicaciones melodramáticas de por qué son así. Las cosas no sé cuentan, se muestra, algo que hace toda la diferencia y logra que, por ejemplo, se le tome cariño a un tiburón metahumano al que le da voz Sylvester Stallone o a Polka Dot Man (David Dastmalchian), un villano que lanza lunares de colores corrosivos.
De más está decir que Idris Elba y Viola Davis se destacan, porque no se puede esperar nada más de dos actores como ellos. Pero Joel Kinnaman, que había mostrado una floja interpretación en la película anterior, prueba en The Suicide Squad que, con una buena dirección y un guion bien escrito, puede hacer mucho.
Margot Robbie vuelve a robarse cada una de las escenas como Harley Quinn, pero esta vez se entiende al personaje como un agente del caos, una villana o antiheroína, que está ahí para divertirse, ayudar al grupo en los que eso es necesario, pero al mismo tiempo que no recaiga en ella ningún tipo de responsabilidad. Esto permite que la personalidad resalte y sea una de las mejores cosas de la película.
Lo curioso que ocurre con The Suicide Squad es que no solo es una comedia, una película más del montón basada en cómics. Tiene un corazón enorme que se va descubriendo de a poco hasta que están grande que se apodera de la pantalla y del clímax. Esto, por supuesto, ayudado por un OST genial, algo que era esperable con James Gunn atrás.
Divierte, emociona y devuelve las esperanzas de que las películas de superhéroes, o villanos en este caso, aún tienen algo original para contar, solo hay que encontrar la manera correcta de hacerlo. Gunn, una vez más, lo hizo.