Precedida por un trailer genial a ritmo de Queen y por la expectativa de sus fans, el Escuadrón Suicida, -que no es ni una mala película de superhéroes y mejora el precedente de Batman vs. Superman- se revela como un diluído producto de fórmula.
El nihilismo y la anarquía pretendidas contrastan con una puesta demasiado prudente para tratarse de un grupo de archivillanos psicópatas convocados a hacer el bien. Hay buenos apuntes biográficos de cada personaje, el carisma de Will Smith, un Joker sociópata bastante insufrible y su novia, Harley Quinn, anti heroína en micro camiseta. Lo demás es piloto automático que se cuida de no pisar ninguna banquina.