Los héroes del patíbulo.
Escuadrón suicida forma parte del gran plan de películas basadas en personajes de DC Comics. Algo parecido a lo que ha hecho Marvel con sus héroes, pero en una escala menor en lo que a cantidad de películas respecta. Esta lucha entre DC y Marvel le interesa a los seguidores del comic y de las adaptaciones, pero aun no se termina de saber cómo funcionará dentro de la historia del cine.
Para un número muy grande de espectadores, ese plan no tiene la menor importancia aunque sea el motor que moviliza esta enorme producción que pelea por el mercado del cine industrial. De todas esas películas, Escuadrón suicida es la que podría funcionar mejor como producción independiente a los demás films. Si bien tiene conexiones, es fácil entender en que universo habita y se entiende perfectamente como historia. Bueno, se entiende es un decir, en realidad. Digamos más bien que tiene vida propia, entender es otra cosa.
Este escuadrón que da título a la película es una especia de Doce del patíbulo versión DC Comics. Marginales, asesinos, freaks, ladrones, locos. Condenados a estar en prisión, pueden ser el único recurso para el gobierno. Y así se va contando la historia de todos, mientras se los va reclutando.
No hay mucho misterio, desde el comienzo la película descubre sus fallas y sus limitaciones. ¿Cómo presentar tantos personajes sin que la película se vuelva mecánica y previsible? Imposible no recordar el legendario comienzo de Watchmen, una película que aun con sus fallas era un manual de cómo arrancar una película coral y mostrar muchas historias previas en un solo montaje. Lo mismo para la música. Excelentes canciones acompañan cada escena, pero una vez más, Watchmen es un gran ejemplo de cómo usar una sola canción y usarla bien. Canciones excelentes no son automáticamente escenas excelentes. Así, cuando ya van tres canciones seguidas, dejar de ser espectaculares y empiezan a volverse molestas.
Y aun así, y durante las dos horas que dura, Escuadrón suicida, tiene chispazos que muestran que pudo haber sido una gran película. Pero es manía de presentar todo, de explicar todo, le roba por lo menos una hora a la trama. Algunos de los personajes son irrelevantes, otros no podrían tener jamás el cariño del público, algunos sí merecen una película completa. Juntos no logran sumar, más bien complican un relato que en más de un pasaje da la impresión de que le faltan escenas.
Es un misterio como una película que busca –y tal vez encuentre- posicionarse en lo más alto de la taquilla mundial, se vea estéticamente tan pobre, que el guión tenga diálogos tan malos y que todo se vea como una producción clase B en lo que a ejecución se refiere. Cara se ve cara, pero está filmada sin la potencia de una película mainstream clase A.
Por momentos, muy breves, logra conectar. Pero nunca logra encontrar el ritmo y el tono. No es del todo oscura, no es graciosa, no es ligera tampoco, no hace pie en ningún lado, todos los conflictos tienden a diluirse. Lo más cercano a ser una historia es la de Deadshot (Will Smith, que pone todo para sacar a flote casa escena) que no se beneficia al estar interrumpida por los otros personajes. Un párrafo final merecen los dos personajes más esperados de esta película, los que lamentablemente son la prueba final de las fallas de Escuadrón suicida: Harley Quinn (Margot Robbie) y The Joker (Jared Leto). Harley Quinn es un personaje que, al igual que The Joker, es una puerta abierta al lucimiento del intérprete y el guionista, esos que se roban el show siempre, aunque no sean protagonistas. Pero que sea una gran oportunidad no significa que sean fáciles de interpretar. Margot Robbie debe combinar muchos elementos en su personaje y la película no encuentra nunca el espacio para que el humor o la locura de Harley Quinn se luzca. Casi todos sus chistes son muy previsibles, obvios y hasta molestos. Sin embargo has breves momentos donde uno entiende que podría haber algo valioso ahí. Robbie no logra abrirse paso en un mal guión y todo resulta muy desparejo. Solo hacia el final logra la conexión deseada, cuando ya la conocemos un poco mejor y se conectó con otros personajes. Pero la calamidad mayor es The Joker interpretado por Jared Leto. Además de todo lo mencionado hasta ahora, son dos los factores que conducen al desastre. Uno es la apuesta a que cada Joker deba ser más demencial, oscuro e intenso que el anterior. En lugar de explorar algo más adecuado a la trama, lo único que se busca es llegar a donde nadie llegó antes. César Romero era un payaso adorable, Jack Nicholson fue el sueño de Burton, Heath Ledger logró algo increíble junto a Christopher Nolan. Pero Jared Leto pierde el rumbo desde el comienzo. Y ahí entra el segundo problema: Jared Leto, ganador del Oscar, quiere lucirse. Se nota que quiere lucirse, no quiere hacer algo adecuado, quiere ser el mejor Joker y se nota. Se nota que compite por algo, no es funcional, es la búsqueda de un show. Cada escena con él es insalvable. Es lo peor de la película, no solo el peor Joker de la pantalla grande.
Me gustaría pensar que todo esto puede encaminarse, pero es difícil que si vienen dando tumbos se enderecen de golpe. Queda una chance más, tal vez, con Ben Affleck como director. Pero son demasiados pasos en falso como para pensar que se trata de un error, un cambio sería una sorpresa más que agradable.