Con la espada y la palabra
No tanto como ejercicio de revisionismo histórico sino más como un relato que muestra los alcances de la intolerancia de todo régimen totalitario, El esgrimista se basa en la historia verídica de Endel Nelis (Märt Avandi), campeón de esgrima que para huir de la embestida de la policía soviética -en plena caza stalinista- encuentra refugio en un inhóspito pueblo de Estonia para sobrevivir como docente de educación física, a cargo de un grupo de alumnos a quienes introduce en este deporte con vistas a un torneo en Leningrado.
Con guión de Anna Heinämaa y la dirección de Klaus Härö, el film desarrolla por un lado una trama de espionaje típicamente de pos guerra con el foco de tensión ubicado estratégicamente en la figura del antagonista, léase el director de la escuela que sospecha sobre el pasado del protagonista y representa -metafóricamente hablando- un modelo de pensamiento contra otro de resistencia pacífica como la que expresa en sus acciones Endel Nelis.
Por otra parte, en sintonía con la creciente dialéctica vigilante vigilado, la trama avanza en el vínculo entre profesor y alumnos, a la vez que el interés amoroso por una profesora suma una subtrama para que la película no se circunscriba al ámbito coyuntural y encuentre otros rumbos que definan con más aristas al personaje, su lucha individual y su relación con el entorno, teniendo presente su condición de perseguido por la policía secreta soviética.
Como retrato de época El Esgrimista funciona, así como desde su reflejo de un tiempo que a pesar de verse en los libros de historia como algo del pasado nos conecta lamentablemente con el presente desde el punto de vista de los pensamientos totalitarios y sus consecuencias nefastas devenidas terrorismo en todas sus expresiones estatales o paraestatales.