Klaus Härö desarrolla en poco más de hora y media una bella historia sobre búsqueda, compañerismo y pasión, y que, a pesar de estar plagada de clichés, puede sortear los lugares comunes a través de la fuerza interpretativa de sus actores.
En la historia de Endel, un refugiado que intenta escapar de los servicios secreto, que regresa a su pueblo para enseñar esgrima a un grupo de niños, la mayoría huérfanos, hay una metáfora de la sociedad universal y del poder del hombre de reinventarse ante la adversidad y elegir el camino correcto a pesar de todo.