Los y las que vivimos en las ciudades sabemos que por fuera hay una realidad que nos es completamente ajena, aunque muy poco sabemos de ésta. Pequeños pueblos rurales a la periferia con tradiciones que podríamos considerar paganas, como la curandería, y con un peso del catolicismo muy fuerte son un ejemplo de ello. Con “El Espanto”, sus realizadores, Pablo Aparo y Martín Benchimol, nos hacen un acercamiento muy interesante hacia la cotidianeidad de un pueblo llamado “Eldorado” de Misiones.
Con una dirección de arte que nos ilustra casi que a la perfección el modo de vida de los y las habitantes del pueblo, “El espanto” es un documental que se acerca mucho en su estilo narrativo a una ficción, que se adentra en la mirada de sí mismos y los rituales de quienes habitan la localidad.
Utiliza como punto de entrada la importancia que tienen los y las curanderas, que casi todo lo pueden curar, del pueblo para su cotidianeidad por culpa de una institución de salud que está alejada de quienes viven en la periferia. A través de los distintos relatos de la gente, nos enteramos de que hay un padecimiento que solo sufren las mujeres de la zona llamado como el título de la producción, el cual solo puede ser curado por un curandero del pueblo.
Con una estructura de tres actos muy marcada, invita a los espectadores a conocer primero sobre esta realidad del pueblo y así nos hace un recorrido general sobre distintos temas trascendentales de la vida rural; como el sexo, el catolicismo y algunas otras cuestiones; para luego volver al asunto de la curandería.
Es muy interesante como está constituido el relato, ya que usa como recurso el no contarle nunca al espectador de qué se está hablando, porque en el discurso mismo de los y las entrevistadas se sugiere constantemente qué nos están contando y con el juego de cámaras utilizado entendemos rápidamente la significación que le dan tanto los realizadores como la gente del pueblo. Esto es muy útil para aprender y entender cómo se construye desde lo técnico una subjetividad en una narración en un formato que siempre busca simular una objetividad inalcanzable, como es el documental.
Con la diversidad de temas abarcados y su forma de hacerlo, es un buen puntapié para que busquemos deconstruirnos, cuestionando los rituales y creencias, muchas veces sin fundamentos sólidos, de quienes vivimos en ciudades y tenemos una cierta formación.
En conclusión, “El espanto” es un documental muy interesante, que con una estética de primer nivel nos muestra una realidad completamente ajena a la vida urbana que a través del contraste nos invita a que indaguemos sobre nuestras creencias y rituales.
Si bien se estrenó en BAFICI en el 2017, se proyectará la semana entre el 18 y el 24 de julio a las 12hs y a las 21:30hs en el Cine Gaumont, y en agosto en el Centro Cultural La Cooperativa con charlas con el equipo de producción para todo público. Tambien está disponible de forma online en Qubit TV y en Cine.Ar.
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