Creer, reventar y volver a creer.
Lo primero que surge de este documental obedece a la singularidad de un pueblo, El Dorado, en el que varios de sus lugareños cuentan con algún don para la curación.
La cámara es ese intruso que busca en los resquicios de las pocas palabras que se escapan entre la vanidad y el recelo por mantener ese halo de misterio detrás de toda creencia.
Sin prejuicios de por medio, el film recoge anécdotas que bordean la dialéctica entre la superstición, la religión y las leyendas que se vuelven historias.
Decían las abuelas nadie te va a curar del espanto, pero en El Dorado todo es posible y basta una cámara para buscar en el pacto de silencio el pliegue que conecta lo real, lo dicho con lo imaginado y lo no dicho.