LO QUE PERVIVE NO ES EL AMOR, SINO EL ESPANTO
¿A quién no le han curado el empacho? ¿Alguna vez te sentiste ojeado? Estas y otras cuestiones de las creencias populares, pero sobre todo aquella que más miedo genera en la localidad de El Dorado, El Espanto, es de lo que trata el documental con nombre homónimo que aquí trataremos.
Partiendo desde dos acontecimientos que irán hilvanando los relatos de los lugartenientes, la enfermedad y tratamiento de una anciana y un casamiento, el film nos propone la construcción de una historia a partir del relato popular de los vecinos de un pequeño pueblo, otorgándole un lugar sobresaliente a las leyendas del lugar y a una de las figuras más notable del interior de nuestro país: el curandero. Este pueblo cuenta con varios curanderos que se especializan en diferentes malestares: empacho, mal de ojo, mal de muelas, entre otras dolencias, pero ninguno cura el temible Espanto. Solo un hombre, que iremos reconstruyendo mediante el relato de los otros, es capaz de hacerlo. Se nos presentarán las historias que circulan de él, cómo los otros crean una imagen de este curandero y cómo el refrán “pueblo chico, infierno grande” se cumple aquí cabalmente. La idiosincrasia y las particularidades de este pequeño lugar son retratadas a la perfección por los directores, privilegiando la voz de los lugareños, potenciada por la mostración de los escenarios con los que cada uno se identifica. Es interesante también como es que esta figura del curandero toma tal relevancia en un pueblo como en que se desarrolla esta historia: la medicina tradicional occidental no es de fácil acceso a los recónditos pueblos de nuestro país, y por ello perviven las curaciones de corte más ritual.
La cámara se muestra como un fiel intermediario entre los testimonios y el público, mayoritariamente en posición fija, solo limitándose a registrar lo que sucede delante de ella, sin que por ello no logre unas bellas tomas del campo en todo su esplendor. Los directores no se nos muestran en lo absoluto, ocultando su visión y posicionamientos dentro del documental, dejando que la cámara hable por ellos. Es interesante, sin embargo, como en algunos pasajes se devela el dispositivo cinematográfico, ya que los propios entrevistados explicitan la presencia de la cámara o como ésta puede o no influir en la palabra de los lugartenientes.
El Espanto nos revela cómo es un estilo de vida que parece algo estancado en el tiempo, pero lleno de riquezas que circulan en nuestro imaginario colectivo más de lo que somos capaces de reconocer cotidianamente.