Hay otros mundos, distintos al nuestro, que desconocemos y que presentan variadas aristas como para resultar realmente atractivos.
El estado de las cosas es un documental diferente, no toma a una personalidad como centro de crítica u homenaje; no muestra una realidad actual o histórica con ojo periodístico; tampoco avanza sobre una comunidad perdida (aunque algo de eso hay). El documental co-dirigido por Joaquín Maito y Tatiana Mazú podría denominarse documental de oficios.
Una mirada aguida sobre el mundo de los remates, eso ofrece El estado de las cosas; ese trabajo en el que a todo se le pone valor y lo que para algunos ya no sirve para otros puede ser un objeto de valor incalculable.
Pero tener una mirada aguda no significa ser sentencioso, todo lo contrario, lo que sobresale en este trabajo es un sentido del entretenimiento a medida que se exponen los testimonios y se grafican los ejemplos.
Desde las personas que se dedican a ir a buscar casa por casa lo que las familias ya no quieren tener (sobre todo abundan los materiales de familiares difuntos), los restauradores, el entramado del remate, y los que con curren a esos remates para encontrar cosas que después ellos revenderán, o terminarán de darle su forma propia.
Hay entrevistas de todo tipo, siempre ágiles y vívidas, lo que llamará de inmediato la atención del espectador. Se los indaga por su trabajo y por la vida fuera de la profesión y cómo llegaron ahí. Esto se suma a algunas imágenes, hallazgos, de la vida de los entrevistados fuera de su horario laboral, en momentos claves que escapan a la rutina, y que sin embargo cuelan algunos berretines del oficio.
El estado de las cosas es un documental brioso, curioso, pequeño, imperfecto pero realmente muy entretenido. Quizás la idea de conocer una profesión ajena a la de uno, trabajo del que no se tiene demasiada idea de en qué consiste, logré ser lo suficientemente llamativa como para llamar la atención. No en vano, los tramos que hablen de lo que todos conocemos/suponemos, los del remate a bajada de martillo sean los más anquilosados del film, pareciera que tanto al espectador como a los directores les interesa conocer el más allá, el detrás de lo que todos vemos y no se nos muestra.
Documental simple y directo, sin grandes hallazgos en lo estético más allá de algunos planos cuidados y pensados de antemano, como ciertas imágenes alegóricas y ejemplos comparativos muy ingeniosos; El estado de las cosas es un film que invita a descubrir, no una persona, no un hecho histórico, una tribu olvidada, o una cruda realidad; simplemente a gente como uno que trabaja de algo que rara vez nos imaginamos que podía ser así.