Un retrato preciso del poder
Un joven de Ameghino, un provinciano, empieza a estudiar en la UBA. No se especificará qué estudia, pero sin duda son materias de Ciencias Sociales. Discutir sobre Marx, Rousseau, Kant y el capitalismo son señas intelectuales que signan el relato y trazan una zona simbólica y una posible protección ideológica. Pero éstos son rudimentos secundarios, porque la película se focaliza en la militancia universitaria.
Roque Espinosa, políticamente ingenuo aunque lúcido observador y veloz aprendiz, se convertirá pronto en la mano derecha de un famoso líder de una agrupación llamada Brecha, Alberto Acevedo, que pretende dirigir el Rectorado. Roque hará proselitismo y campaña, será quien organice jornadas juveniles, negocie acuerdos, piense en la táctica y ponga el cuerpo.
La otra pasión de Roque son las mujeres, y la modalidad de su vínculo con ellas define sesgadamente las contradicciones del personaje. Roque elegirá estar con Paula, una profesora, quizá amante pretérita de Acevedo, pero futura novia y compañera. Erotismo y militancia, las pasiones de Roque son inconfundibles y se fusionan.
Sobre este relato de ascensión se ha hablado mucho. A menudo, se señala una paradoja: un filme político sin política. En efecto, el discurso político explícito está protegido por cierta abstracción: los nombres de las agrupaciones son ficticios y la rivalidad ideológica es demasiado general. El peronismo es un fantasma difuso que se entromete cada tanto, pero el presente con sus actores centrales está interdicto, excepto por una decisión de puesta en escena: el discurso político se dice y se ve en las paredes de la universidad. El mobiliario es más político que los personajes.
El plano final, la última palabra que dice el protagonista, es clave y quizá define la posición del filme: ¿Una suspensión ética de la política? Pero una mirada más atenta descubrirá una ambigüedad mayor en ese monosílabo de Roque.
El estudiante destila una tesis: la traición es un artilugio casi excluyente que articula un siglo de vida política nacional. Es una lectura atendible, pero no es ahí donde el filme resulta esclarecedor y políticamente relevante. Si la película es política es por su retrato preciso del poder; atraviesa todas las relaciones, es lo que constituye la naturaleza de los vínculos, el fenómeno por el que se miden las fuerzas humanas y se combinan los intereses, y en donde surgen las prácticas, las decisiones y los límites de lo posible.