Cultura e identidad
El documental de Ulises Rosell, presentado este año en el BAFICI y que ahora llega a algunos circuitos alternativos para un estreno comercial es una película tan llena de matices y de historias de vida entrelazadas que sería un excelente drama coral de no tratarse del fiel testimonio de las vivencias de los wichi en la Salta profunda.
El director tomó contacto con esta realidad a través de la realización de una serie de especiales para el canal Encuentro y al conocer la historia de John Palmer supo entender que su biografía era la excusa perfecta para la realización de un documental que hablara sobre las etnias, la vocación, la presencia del Estado, la tolerancia a las culturas originarias, el progreso, las raíces y miles de aristas más que enriquecen este relato testimonial.
John Palmer estudió antropología y literatura en Oxford y llegó al país allá por los tempranos años setenta para realizar su tesis, pero en lugar de estudiar las culturas originarias desde afuera se involucró totalmente con la cultura wichi.
Su grado de compromiso con esta cultura lo llevó a renunciar a todas las comodidades de la vida mundana y cosmopolita que conocía, para instalarse en Lapacho Mocho y formar una familia con una nativa con la que tuvo cinco hijos. Simplemente ver la dinámica familiar nos remite a una torre de babel doméstica donde John Palmer conversa con sus hijos en fluida mezcla de inglés, wichi y castellano, en plena concordancia con la tolerancia y respeto cultural que profesa. A su vez, John no sólo estudió las etnias de Salta sino que en su militancia abogó por los derechos de las mismas a su autodeterminación cultural.
El caso emblemático que plantea el film es el de José Fabián Ruiz. Por los medios de Buenos Aires, el caso fue conocido como el de un padrastro que violó a la hija de su pareja de 9 años, dejándola embarazada.
El documental de la mano de John Palmer nos adentra en las costumbres wichi donde la poligamia está permitida y más aún una madre puede permitir que su hija tenga relaciones con su pareja si ésta lo desea. Tal fue –aparentemente- lo sucedido. La menor tampoco tenía 9 años sino que aparentemente por un error de registro su edad no era ésa, dado que estas tribus alojadas lejos de los centros cívicos en muchos casos ni siquiera son registradas por las autoridades de la provincia.
El Etnógrafo, magistral film de Ulises Rosell, nos permite cuestionarnos los límites difusos entre la propia identidad cultural de las etnias y el poder tuitivo del Estado. Una obra de innegable valor testimonial, cultural y militante en el sentido más extenso de las tres palabras.