Proceso de selección
Mucho más próxima a El método (2005), aquella adaptación cinematográfica protagonizada por Pablo Echarri dirigida por Marcelo Piñeiro que a El juego del miedo y toda su saga, la ópera prima El examen no logra sostenerse en el género y apela erróneamente a un elemento fantástico para rozar la ciencia ficción cuando todas las condiciones de la historia se resumían al estado de transformación psicológica de ocho aspirantes para ocupar un puesto importante en una misteriosa empresa.
Así hombres y mujeres, rubias, morenos, rubios, árabes en representación de un conglomerado de etnias para dar la impresión de universalidad, deben rendir su examen final de admisión sabiendo que de los ocho solamente uno tendrá la recompensa, si es que no viola ninguna de las reglas pre establecidas por un enigmático anfitrión. No puede sostenerse que estamos frente a una película claustrofóbica a pesar del encierro dado que las alternativas para salir de ese habitáculo monitoreado por cámaras de seguridad y un guardia mudo simplemente consisten en abandonar el lugar y así quedar fuera de competencia. Es decir, que en ningún momento los personajes se encuentran prisioneros de nadie más allá de su propia ambición y su instinto de supervivencia en un sistema capitalista y salvaje.
No obstante, la tensión llega desde otro lugar porque lo que mantiene en vilo al espectador es la incertidumbre y la errática conducta de cada personaje al no saber realmente qué es lo que debe hacer antes de que los ochenta minutos concedidos para resolver un acertijo -sin otra herramienta que la intuición y la inteligencia- expiren. Tres reglas inviolables marcan el derrotero de esta trama simple pero efectiva: no se puede abandonar la habitación; no se puede alterar accidentalmente o no el material con el que cuentan que es una hoja en blanco y tampoco pueden mantener contacto o comunicarse con el exterior ni con el guardia.
Resulta un tanto torpe y como reflejo de un guión poco consistente que se apele al recurso del flashback intercalado en las secuencias como ayuda memoria o recuerdo compartido de cada contendiente antes de dar el paso en falso una vez rotas las alianzas ocasionales o bien con el paso ya dado. Este defecto, que se arrastra desde la segunda mitad hasta el desenlace, conspira contra la dinámica y el ritmo del film que por esos azares de las distribuidoras ahora se estrena comercialmente cuando data del 2009 y su paso por el DVD u otros formatos similares ya se había producido tiempo atrás.
Allá por el 2009, esta primera película de Stuart Hazeldine, de elenco ignoto y con aires de cine independiente, había dado que hablar en el Festival de Edimburgo, aspecto que lleva a la reflexión sobre el nivel de las propuestas teniendo en cuenta su sobrevaluada atención.