Leí por ahí en el blog de un colega que la gente que vive de este tipo de género (el terror) es de la más afortunada de la industria. Tienen un público cautivo que demanda pero no recela de adentrarse en productos que no tienen vuelo, ni imaginación, por el solo hecho de pasar por la experiencia de vivir el miedo (o su representación simbólica) en sala.
Sí, ya se. Vos dirás “a mi me gustan sólo las BUENAS películas de terror”, a lo que yo deberé responderte…”no importa mucho la calidad del film de este género, si está presentado tiene un piso de audiencia que garantiza su rentabilidad…”. Eso sucede en la mayor parte de los casos.
Es por eso es que los cinéfilos puros aman a James Wan, ejemplo de que se puede hacer algo sólido e interesante incluso con pocos recursos. Muchos ejemplos, no abundan.
Pero volviendo a nuestro tema, “El exorcismo de Anna Waters” puede inscribirse perfectamente en el tipo de cinta que no aporta nada valioso al género y que justifica su existencia, en virtud de aportar un título más a una cartelera voraz, que siempre tiene sus fans listos para adentrarse en el género.
¿Qué tenemos en el menú? Un plato exótico. Director nacido en Singapur (Kelvin Tong), con varios hits locales, y un par de actores americanos jóvenes y vistosos (Matthew Settle y Elizabeth Rice) que aún tienen un recorrido por hacer en el medio. Un equipo técnico al que no le sobra nada (y le falta mucho, por decirlo de manera amable) y un guión que garantiza confusión desde el minuto cero.
“El exorcismo…” parte de un planteo que integra varias aristas. Un suicidio bastante particular, un hackeo a sitios oficiales de la iglesia, apariciones, fantasmas, símbolos y enigmas del otro lado del Atlántico. Una hermana dolida que busca resolver una incógnita mortal, un misterio que podría generar una nueva torre de babel y un devenir que podría llevar a una posesión diabólica de dimensiones inimaginables.
Todo, matizado con pequeños clips que remiten a las numerosas influencias que expresa Tong: los films de fantasmas, la fuerza del gore de vanguardia y el homenaje a los clásicos, de principio a fin (“The Conjuring” entra ya en esta categoría). Aquí hay de todo. El director elige armar su película golpe por golpe y no se molesta en encontrar la secuencia narrativa correcta para que la progresión de miedo funcione. Apela a modificar las atmósferas todo el tiempo para evitar buscar cohesión y apelar a los sentidos. Pero los efectos especiales son deficientes y no apoyan esa idea.
No se si debo contarles más sobre “El exorcismo de Anna Waters” (y pregunten a los compañeros de butaca, porqué se llama así siendo que Anna es la hermana que aparece muerta de la protagonista al principio!! ) pero cumplo en señalar que no hay aquí demasiado que merezca recomendación.
Olvidable y plagada de errores de edición, sólo para acérrimos fanáticos del género.