1, por presencia
Hay películas malas, con malos diálogos o malas actuaciones o malas direcciones, pero después está El exorcismo de Anna Waters (2016), donde todas las anteriores -y aún más- convergen. Tanto es así, que hasta vale la pena cuestionarse si todo lo que se ve en pantalla es berreta o en realidad está hecho a propósito… claro que sólo vale cuestionar. Es berreta, punto.