Entre el tormento y la locura Vigilia (2016) es el debut de Julieta Ledesma en largometrajes y definitivamente no es una puntada sin hilo. Con una buena dirección de actores y economía de gestos y diálogos, transformó lo que a primera vista era un historia fantasmagórica en un drama psicológico con los paisajes de Santiago del Estero como otro fundamental personaje. La historia comienza con la partida de Santiago (Pablo Ríos) y luego su retorno al hogar de sus padres. Con una madre (Mirella Pascual) que pocas veces se encontraba en el mundo de la cordura, su ayudante Tessie (Maria Inés Sancerni) quien hace lo que puede con ella y el padre Ernesto, sostén del hogar, el siempre efectivo Osmar Nuñez, quien tras la vuelta de Santiago pasará de estar cada vez menos como sostén del hogar y más como su mujer viviendo realidades alternas. Si bien Vigilia es un film que retrata muy bien el descenso de una familia hacia la locura, a veces el drama cotidiano opaca la delicada oscuridad que alcanza, gracias a extrañas secuencias entre Santiago y cada uno de sus padres, o con el perro Arón. La confusión de los personajes se respira y se siente, al igual que los límites de qué es cada cosa, que van volviéndose lentamente borrosos. Más allá de las buenas actuaciones y escenarios naturales, el film presenta dos puntos negativos importantes: un ritmo que por momentos es demasiado desacelerado por un lado y por otro -curiosamente es lo contrario de lo que suelen sufrir las películas que explican todo- en Vigilia los diálogos faltan, por momentos las secuencias se vuelven tal vez muy crípticas y sumado a la falta de diálogo, el hilo conductor puede tornarse difícil de seguir. Tal vez sea la intención para mostrar dicho descenso a la locura, pero no termina de quedar claro tampoco.
Un válido intento Luego del inesperado batacazo que fue La aventura Lego – La película (2014) y la buena recepción del Lego Batman era inevitable que el enmascarado nocturno tuviese su chance en forma de Legos. Ni cerca de lo que fue su predecesora de 2014, pero por lejos mucho mejor de lo que fueron los Minions (2015) en su versión solitaria. Con un arranque furioso, Lego Batman: La película (2017) cautiva tanto a grandes como chicos. Una fórmula que nunca falla: el Guasón desata el caos en Ciudad Gótica y con toda la galería de villanos a su disposición dejan lucir al Lego Batman, en la voz -en inglés- de Will Arnett (Gob Bluth en Arrested Development) de una forma que Ben Affleck todavía ni soñó para el mundo cinemático de Warner/DC Comics. Una vez pasado el primer acto, el film pierde fuerza y es allí donde todo se vuelve más apuntado para el público bajito. Aquí es donde radica la mayor diferencia entre La aventura Lego (2014) y Lego Batman (2017), el planteo de la predecesora, los diálogos y la historia -además de sostenerse por peso propio- lograba lo que hace tan bien Pixar, contar una historia que atrape a todas las edades: chicos, jóvenes y adultos, todos por igual. Tema aparte el tema doblaje, en castellano se pierde muchísimo nivel actoral en cuanto a las interpretaciones originales, en la versión en español perdemos las actuaciones por ejemplo de Zack Galifianakis como El Guasón, Will Arnett como Batman/Bruce Wayne, Chaning Tatum y Jonah Hill como Superman y Linterna Verde y Michael Cera como Robin/Dick Grayson. Sin embargo, las referencias al mundo DC Comics y los chistes que son exclusivamente para los grandes hacen que Lego Batman valga un poco más la pena y termine con los dos pies bien plantados. Lego Batman: La película (2017) no es un paso en falso como si lo fueron Batman v Superman (2016) o Suicide Squad (2016), pero sí queda corta para el público que La aventura Lego (2014) supo cautivar siendo un muy buen divertimento para los más chicos post vacaciones de invierno.
Star Wars para rato Star Wars siempre se caracterizó por iniciar sus películas con el clásico texto en amarillo sobre un telón de estrellas para contextualizar la película a comenzar. En Star Wars: Una nueva esperanza (1977) el texto comienza diciendo: “un grupo de rebeldes logró robar los planos de la Estrella de la Muerte”, Rogue One: Una historia de Star Wars (2016) cuenta la historia de ese grupo de rebeldes que tanto ayudó a la rebelión contra el Imperio Intergaláctico, ni más ni menos. Así de bien encastran estas dos historias contadas con 39 años de separación. Nada sobre Rogue One es sorpresa: el imperio, liderado por Palpatine/Darth Sidious y Darth Vader, gobierna la galaxia -como terminó Star Wars Episodio III (2005)-, tienen una súper arma y la rebelión, para sobrevivir debe robar esos planos -y como ya se sabe en Episodio IV- logran destruir la Estrella de la Muerte. Es difícil manejar los tiempos de una historia en la que el final es sabido, y es ahí donde su director, Gareth Edwards, suma todos los porotos. Lo que importa no es a dónde se va, sino el camino. La galería de personajes es otro punto fuerte en Rogue One (2016), con Diego Luna (Cassian Andor), quien destaca y hace crecer en ancho y largo a su personaje y Felicity Jones (Jyn Erso), que lleva el protagonismo sin problemas las dos horas de película. Algunas otras performances como la de Donnie Yen (Chirrut Îmwe), un ciego que pareciera estar en gran contacto con la fuerza (no es ni Jedi ni Sith) y la de Forest Whitaker (Saw Gerrera), un guerrillero extremista de la rebelión, a veces se pasan de revoluciones en la solemnidad, pero tampoco llegan a ser perjudiciales para la entrega. Y como ya es costumbre en las películas de Star Wars, el personaje cómico que siempre se termina robando la película son los droides acompañantes C-3PO, R2-D2, BB8 y ahora lo mismo con K-2SO, grata sorpresa. Los cameos, tanto de la saga original como de la trilogía I;II;III funcionan muy bien y lejos de ser un mero regalito para los fans son completamente funcionales a la historia. Disney está haciendo un trabajo maravilloso desde que compró la compañía LucasFilms, no sólo por sacar dos películas de Star Wars en dos años consecutivos (The Force Awakens, 2015; Rogue One, 2016), sino por cómo está orquestando el universo en su totalidad con la serie animada Star Wars Rebels (recomendadísima). Tanto las películas como la serie se sienten de Star Wars y no como una estirada de la historia original.
Demasiadas piñas para tanta espiritualidad Doctor Strange (2016) es la decimocuarta entrega del universo cinemático de Marvel y no es un hecho menor, porque si bien la marca registrada queda a las claras en esta nueva película, los chistes en referencia a la cultura pop y a la autorreferencia del propio universo empiezan a sonar redundantes.
De la gloria al regurgite De la misma forma en que Arnold Schwarzenegger pasó de ser el malo más malo en Terminator (1984) al buenazo en Terminator 2, el juicio final (1991), Bryan “Heisenberg” Cranston ahora juega con el papel de agente honesto de la DEA y atrapa a los secuaces de Pablo Escobar, regando cocaína en Estados Unidos en la década del 80. Si de algo tenemos que estar agradecidos de Cranston es por la serie Breaking Bad. Luego Hollywood se encargó de transformar esta nueva fórmula -capos narcos- para repetirla una y otra vez hasta el cansancio. Aquí, Cranston es víctima -otra vez, Godzilla (2014)– del regurgitar hollywoodense y es parte de una mezcla, mal lograda entre El Patrón del mal, Narcos, Breaking Bad y todos los thrillers con eje en el dinero, que hayan salido en el corto plazo, léase The Big Short (2015), por ejemplo.
1, por presencia Hay películas malas, con malos diálogos o malas actuaciones o malas direcciones, pero después está El exorcismo de Anna Waters (2016), donde todas las anteriores -y aún más- convergen. Tanto es así, que hasta vale la pena cuestionarse si todo lo que se ve en pantalla es berreta o en realidad está hecho a propósito… claro que sólo vale cuestionar. Es berreta, punto.
Elenco suicida En la tercera película del universo extendido de DC/Warner Bros., Escuadrón Suicida (2016) buscaba ser la que se diferencie en tono y estética de Hombre de Acero (Man of Steel, 2013) y Batman v Superman (2016), pero lejos de asentar la historia extendida en las tres películas, sólo profundiza los grandes problemas de sus predecesoras y deja a la productora en cuestión atada con cordones y plasticola. Suicide Squad (2016), otrora en papeles, buscaba ser la Guardianes de la Galaxia (2014) del mundo de Batman y Superman. En este caso, villanos poco conocidos puestos como “los buenos”, una apuesta a un tono caótico e irónico, tal vez más allegado a la comedia y con la necesidad de tener una producción que no generara opiniones dispares en el público, nada de eso ocurrió en la práctica.
Psicopatear al psicopata. El pasado lunes y martes, en varias salas del país, se estrenó Batman, La Broma Asesina (The Killing Joke). El clásico cómic, escrito por el histórico Alan Moore (escritor también de los comics Watchmen, V for Vendetta, entre otros), este arco argumental ahonda, tal vez por primera vez, en la historia de origen del Guasón.
El caballero de la jungla. Llega siempre un momento del año en que se estrena una película de la cual nadie estaba esperando -mucho menos pidiendo-, y si bien funcionan a nivel acción y entretenimiento muy básico como Drácula, Untold (2014), o cualquiera de las últimas de Hércules, La leyenda de Tarzán (2016) cae en el mismo casillero con el mismo problema, en ningún momento a nadie le importa nada de lo que está pasando en pantalla.
Los códigos son los códigos. Florence (2016) es la historia, basada en la realidad, de Florence Foster Jenkins (remake de la francesa Marguerite), una aristócrata melómana, situada en el final de la segunda guerra mundial en Nueva York. Ella es una de las principales promotoras del ambiente de la música en la ciudad y lo que el espectador se entera rápidamente es que su amor y devoción por la música son inversamente proporcionales a sus cualidades como cantante.