Dentro del género de películas de terror existe un sub-género dedicado al exorcismo. En la cima se encuentra la imbatible “El Exorcista” de 1973, y a pesar de que se ha intentado emular dicho film, ninguno lo ha conseguido. “El Exorcismo de Dios” es casi un homenaje. La historia comienza con una joven y atractiva mujer que está poseída. Su familia busca al Padre Peter Williams (Will Beinbrink), para sacar el demonio de su cuerpo y aunque Peter no estaba listo y no contaba con la autorización de la autoridad máxima, el rito se llevó a cabo. En ese cuarto, el diablo lo seduce arrastrándolo a cometer el peor de los pecados.
Peter carga con la culpa durante 20 años, mientras el pueblo mexicano lo venera como a un Santo porque se desvive por sus habitantes consiguiendo comida y remedios. De ese encuentro nace una hija, que también es poseída y necesita ayuda. Lo que sigue es la preparación y el exorcismo, esta vez en una cárcel, con sorpresas que el título adelanta y que no conviene revelar.
Los efectos visuales y diseño de maquillaje son muy buenos. Queda flotando en el aire, sin tener el desarrollo que estos temas ameritan, el celibato y el quiebre de la fe, entre otros asuntos que la Iglesia prefiere callar.
La coproducción mexicana-estadounidense está dirigida por Alejandro Hidalgo, co-autor del guión junto a Santiago Fernández Calvete y consigue una buena dosis y tensión que se mantiene durante 1 hora y 38 minutos.
A los protagonistas se suman María Gabriela de Faría, Raquel Rojas, Irán Castillo y Hector Kotsifakis.
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