Julius Avery («Overlord», «Samaritan») nos trae un relato de horror donde el exorcista enviado por el Vaticano deberá rescatar a una desprotegida familia de las garras de un terrible demonio.
Las películas de exorcismos tienen la difícil tarea de afrontar una inevitable comparación con el film más destacado del estilo y el que dio paso a una explotación de esta especie de rituales. Por supuesto que estamos hablando del largometraje dirigido por William Friedkin titulado «El Exorcista» («The Exorcist») de 1973. Aquella obra protagonizada por Max Von Sydow y Linda Blair, es considerada una de las grandes obras maestras del terror y fue realmente un relato que dio bastante que hablar.
Algunas temáticas y recursos que propuso el opus de Firedkin, siguen moldeando la gran cantidad de películas que buscan incursionar en este subgénero (un cura que pone en duda su fe por algunos infortunios del pasado, niños acechados por demonios, levitaciones, voces guturales, familiares escépticos que empiezan a buscar cualquier alternativa para salvar a sus hijos, etc.).
«El Exorcista del Papa» no se aleja de los arquetipos del género, es más, podríamos decir que usa casi todos, y nos brinda un entretenimiento sin demasiadas pretensiones que goza de unos cuantos buenos momentos y de un comprometido Russell Crowe como protagonista (aunque con un acento algo extraño, digamos todo).
La película se basa libremente en la figura de Gabriele Amorth (Crowe), un sacerdote que ejerció como el exorcista principal del Vaticano, realizando más de cien mil exorcismos a lo largo de toda su vida. Amorth es llamado para investigar el caso de una posible posesión de un chico llamado Henry (Peter DeSouza-Feighoney), quien se mudó hace poco a una abadía española junto con su madre Julia (Alex Essoe) y su hermana Amy (Laurel Marsden). Dicha familia viene de vivir la trágica muerte del padre de la misma en un accidente de tránsito. Amorth, que tiene un look bastante aggiornado y una actitud más de rockstar que de sacerdote, conduce su Vespa hasta la abadía española para intentar rescatar a esta pobre familia que comienza a ser acechada por una maligna entidad.
Como es de esperar el film parece tomar nota de lo que hicieron bien tanto la película de Friedkin como «El Conjuro» (2013) para agregarle todavía más acción al asunto y hacer del padre Grabiele una especie de superhéroe eclesiástico que tiene que salvar al mundo de un poderoso demonio. Avery desarrolla con pericia las escenas de suspenso y las mezcla con unas secuencias casi de acción donde abunda el CGI (por momentos muy bueno y por momentos algo cuestionable) para brindar un entretenimiento pochoclero que parece no tomarse demasiado en serio a sí mismo. Se puede percibir que Russell Crowe se divirtió componiendo a este personaje, ya que le dota cierta distinción al personaje gracias a su carisma e histrionismo.
«El Exorcista del Papa» probablemente no gane puntos por originalidad en la historia que busca contar, pero se destaca por su protagonista y por una acertada visión del director en su forma de aproximarse al relato. Es difícil imaginar el universo que sugiere y busca desarrollar sobre el final aunque teniendo en cuenta las escasas ideas que hay en Hollywood no solo es factible sino esperable.