El terror arribó a la sala a oscuras en Semana Santa, con el estreno de “El Exorcista del Papa”, ficción que se inspira en los hechos reales que recogen parte de la historia del exorcista jefe del Vaticano desde 1986, a quien se le atribuyen cerca de cien mil intervenciones. El corte autobiográfico llevado a cabo sobre la eminencia pretende imponerse en un film en donde traumáticas vivencias poseen peso específico a lo largo de la trama, basándose la misma en los libros publicados por el Padre Gabrielle Amorth. El resultado final será opacado por un mayúsculo ridículo.
Incesante motivo de interés resulta para la gran pantalla la enésima mirada sobre un personaje acerca del cual se pronunciara William Friedkin, el eminente director de “El Exorcista”, quien estrenó en 2018 el documental “The Devil and Father Amorth”, narrando pormenores del noveno exorcismo realizado a una mujer por el reconocido hombre de fe italiano. Dirigida por Julius Avery, aquel que produjera “Overlord”, junto a J.J. Abrahams, el corte fantástico de endeble composición y algunas pinceladas de comedia resueltas de modos precario, priman en una obra ambientada en la España de los ’80. Más concretamente, en una abadía de San Sebastián. Allí, un demonio atrapado en el seno de una humilde familia amenaza con la tranquilidad imperante, requiriéndose los servicios del nativo de Módena.
Proveyendo un equilibrio pobremente concebido, entre lo visceral y lo gráfico del horror, “El Exorcista del Papa” ejerce una metódica narrativa que nos hace partícipes más bien incómodos de la investigación que toma curso. El poco entusiasta film no tardará en salirse de control y dilapidar buen potencial. Un personaje con un carisma y un carácter muy particular, aquí cobra vida en la piel del ganador del Premio Oscar Russell Crowe, cuya versión actual se parece más y más a la de un veterano y obeso Orson Welles. La tentación lo confronta adquiriendo diversas formas: Satán se camufla tras la apariencia de un niño que escupe palabras pecaminosas, para luego mutar en curvilínea mujer. De un momento a otro, el se sale de carril cayendo en lo desmedido. Ni una aparición de la Virgen María (que la hay) podría salvarnos de semejante desproporción. El padre Amorth pareciera encarnar una versión impostada de Van Helsing. Blasfemia sería creer que esta película puede asustarnos. Crowe hace lo que al alcance encuentra para no perder del todo la fe en que sea posible resucitar a aquel fiable y taquillero actor de primera clase, aunque su carrera se haya hundido en el fango de la mediocridad durante la última década y media.
Como parte de un género que no cesa en nutrir su historial con títulos de la clase de “Posesión Infernal”, “El Expediente Warren” o “La Luz del Diablo”, el presente film sigue la línea trazada en la más absoluta oscuridad por tales referentes, atiborrándose de efectos visuales, la mayoría de ellos más irrisorios que espeluznantes. Lejos de enmarcarse dentro del realismo e identificándose por fuera del canon que persigue una cinta de terror tradicional, “El Exorcista del Papa” resigna buenas intenciones, minuto a minuto, rumbo a un desenlace plagado de yerros. No obstante, y a pesar de hipotecar todo verosímil habido y por haber, nos ofrece una inédita mirada que el arte cinematográfico nos debía sobre uno de los personajes más singulares dentro de la iglesia católica.