Un hotel con buena gente
A la secuela de aquella emotiva película le sobran intérpretes de calidad y le falta consistencia.
Es como un minifirmamento de la interpretación inglesa. El elenco de la original El exótico Hotel Marigold y de esta secuela, cuatro años después, tiene al frente a dos semidiosas como Judi Dench y Maggie Smith, jugando a que son dos inglesas que se retiran. Dos jubiladas con ganas de más, en este hotel con muy buena gente.
La primera objeción a esta película de John Madden (Shakespeare apasionado) es que no hay ni una sola referencia al filme que lo precede, por lo que si usted no vio El exótico… le va a costar entender -no mucho, ¿eh?, hasta que se acostumbre a ver tantos rostros y saber quién es quién-, tal vez tarde en comprender qué hacen estas cuatro damas y los dos caballeros en un hotel en la India.
Los que sí disfrutaron de aquella película ya saben que llegaron hasta Jaipur a pasar, del otro lado del mundo, los últimos años de su vida, y que al final terminan con el joven Sonny, manager y copropietario, creando algo así como una familia en la que el afecto es primordial.
Ahora Sonny (Dev Patel, el joven de ¿Quién quiere ser millonario?) está a punto de casarse, y la trama arranca con él y la Sra. Donnelly (Smith) tratando de convencer a un capo de una cadena hotelera en San Diego de asociarse a ellos, en un nuevo emprendimiento para gente mayor. Mientras esperan que un inspector, de incógnito, los visite como huésped común para cerrar o no el asunto, están los preparativos de la boda, ciertos nervios de Sonny -y no de su prometida, para no pecar de machistas- y cuatro historias amorosas por desarrollarse.
Siendo tan tenue la trama -en la primera la emoción llegaba al desarrollarse el conflicto y simpatizar con los personajes, sumamente diversos-, esta secuela necesita más de sus intérpretes. Y si tienen que sobreactuar, será en beneficio del relato. En fin, como siempre.
Al grupete de Dench, Smith, Billy Nighy, Celia Imrie, Penelope Wilton y Ronald Pickup se agrega Richard Gere, que no es octogenario, pero con sus canas puede integrarse muy tranquilamente, y a cuyo personaje Sonny trata como si fuera el enviado espía. Y también está David Strathairn, como el hotelero en San Diego.
Maggie Smith es tan british como siempre -y tiene las mejores líneas para defenestrar a los estadounidenses-, y Madden deja para el cierre una fiesta de casamiento digna de Bollywood. Y a Smith, cerrando la película. Que seguramente le falta consistencia, y coherencia para las dos horas que dura, pero son esa decena de actores las que hacen pasar volando el tiempo, cuando eso es algo que a los personajes precisamente no les sobra.