Mejor acompañado que mal solo
Las películas actuales (o bien las que con más facilidad consiguen pantalla) están protagonizadas y dirigidas a un público adolescente. Los protagonistas de este film, así como el público al cual se dirige (aunque no excluyentemente) se encuentran en un rango etario olvidado por muchas historias contadas por estos días: los mayores de 60 años. Con esta premisa generacional, El exótico hotel Marigold (The Best Exotic Marigold Hotel, 2011) propone algo distinto para reflexionar sobre la naturaleza humana.
Siete personajes con vidas independientes y disímiles son presentados al inicio del film. Cada uno de ellos en un momento de crisis de sus largas vidas, determinado, principalmente, por la soledad. Debido a diferentes circunstancias, todos emprenden el mismo viaje de Inglaterra a la India y (¡oh casualidad!) terminan hospedados en un mismo lugar: el exótico hotel Marigold al que alude el título del film. Al ser los únicos huéspedes, sus vidas inevitablemente se conectarán de distintas maneras: amistades, enemistades, vínculos amorosos y demás situaciones modificarán a estos seres, quienes, al promediar el film, ya no serán los mismos del comienzo.
Cualquier película que se filme en la India y sepa sacar provecho de ese mundo tan peculiar, de gran exquisitez visual, corre con una ventaja. La gente, la ciudad, el idioma, los olores, la comida, las costumbres, todo, absolutamente todo, resulta extraño. Depende de cada uno encontrar lo positivo o negativo de ello. En este film, todos los personajes, a su manera, toman contacto con ese alrededor que se les presenta al principio ajeno pero que luego se tornará un personaje más entre ellos. El director consigue una forma armoniosa de incorporar el ambiente al relato, como si este fuera parte natural de la historia. Logra esto a través de resaltar sus particularidades y diferencias; convirtiéndolo en un escenario visualmente estimulante.
El argumento del film gira en torno de la búsqueda del amor, la soledad, la muerte, la amistad, la ancianidad, la esperanza; construyendo estos tópicos por medio de las pequeñas historias conectadas que muestra la película. Pero muchas partes se abusan de ciertos recursos en extremo sentimentales. Esto se percibe con mayor nitidez hacia final, donde todo resulta un poco artificial en el uso exagerado de la coincidencia abusiva (aunque sin desentonar con la progresión dramática buscada). La obra es, igualmente, ágil y entretenida. Muchas escenas tienen diálogos que incorporan el humor, mayormente un humor naif, simple, sin búsquedas rigurosas. Si bien por momentos resulta forzado, a los fines del argumento, esta comicidad le otorga a los personajes la jovialidad que necesita el relato -la historia de Sonny (Dev Patel), el joven dueño del hotel, soñador y enamoradizo, se acopla con este sentido a la totalidad-.
A pesar de cierta obvia demagogia, la calidad del producto final es incuestionable. El director John Madden logra una película ampliamente disfrutable, y con impecables actuaciones.