En busca del tiempo perdido
Un grupo de jubilados británicos se instala en la India.
En la primera parte de esta comedia dramática de John Madden ( Shakespeare apasionado ) vemos a varios ancianos (término que los subtítulos y casi todos solemos suavizar, absurda, incorrectamente con la palabra “abuelos”) acechados por la soledad y la rutina de la vejez. En la segunda, asistimos al intento de ellos, que no se conocen entre sí, de romper este cerco: al viaje que hacen a la India, en donde se instalan -a modo de retiro- en un hotel que les prometía más de lo que es. En el último tramo, el más flojo, recibimos una serie de lecciones de vida, algunas redentoras, como si se tratara de un filme aforístico.
Felizmente, El exótico... (adjetivo que anuncia un pintoresquismo, ay, inevitable) tiene como contrapeso un humor por momentos ácido, irónico, bien británico. Personajes que, angustiados, melancólicos, lúcidos, vitales, hablan de la conversión en “los rehenes que los secuestradores liberan primero”. O que consideran que para ciertos aniversarios de casados, digamos cuarenta años mal llevados, la ceremonia más propicia es “un minuto de silencio”. O que se revelan, en algún caso, gays, “aunque en la actualidad de un modo teórico”.
En una película coral, de historias cruzadas, el hilo principal es llevado (escrito) por el personaje de Judi Dench, una viuda reciente, que se abre a la vida cuando la suya se encamina hacia la recta final. En este caso, sin que nadie lo subraye, queda claro lo que todos sabemos aunque rara vez pensamos: que uno puede padecer una contravida de inercia durante los años de esplendor biológico, o alcanzar la intensidad y la pasión cuando el tiempo ya ha hecho gran parte de su tarea erosiva.
Con una suerte de dream team británico (Bill Nighy, Tom Wilkinson, entre otros), esta película resulta amable, agridulce, emotiva, aunque a veces algo mecánica y previsible. Lástima que se vuelva tan ampulosa al final: alcanzaba con hacer visible lo invisible.