Fábula sobre el amor inmaterial
Me extrañó que se estrenara "El extraño caso de Angélica" en nuestro país. Sabían ustedes que su director, Manoel De Oliveira es, con 103 años, el director más longevo en actividad del mundo. Increíble no? El portugués es una eminencia en el mundo del cine. Ha hecho más de 50 películas y ha ganado muchos premios internacionales por su trabajo, siendo reconocido globalmente por su estilo de encuadre fijo, conducción de actores definida hacia lo poco natural y distingida elegancia para la edición y el montaje. Nos llega entonces de este cineasta un trabajo del año 2010 (él ahora está en preproducción de un film llamado "Igreja do diabo") que invita al espectador a jugar con la imaginación y dejarse sumergir en un amor de ensueño, más precisamente en una relación entre un humano, y un fantasma.
Han habido muchos ejemplos en la historia del cine sobre este tipo de vínculos, por lo que sentíamos ávida curiosidad de ver cómo De Oliveira articulaba su historia y a decir verdad, más allá de algunos desniveles narrativos y cierto exceso de artificiosidad en las interpretaciones, debemos afirmar que nos pareció una aceptable propuesta para corazones abiertos a lo sobrenatural y espectadores permeables a vivir experiencias paranormales románticas (!)
Qué fuerte es el amor... Eso pensaba mientras las primeras secuencias me traían a Isaac (Ricardo Trepa), un fotógrafo judío (sefaradí, para más detalles) quien, convocado por los dueños de un hotel rico debe fotografiar a una joven que ha muerto repentinamente. Recuerdo que esta era una costumbre habitual (retratar a los muertos) a principios de siglo, hoy en desuso para muchos de los que habitamos este mundo posmoderno. La cosa es que la fallecida, una mujer muy bella de nombre Angélica (Pilar López de Ayala), se nos presenta vestida con su traje de novia, recostada en un diván y con una sonrisa dibujada en su rostro. A pesar de lo tensa de la situación (hay un grupo de personas presenciando esta sesión fotográfica), Isaac trata de hacer su trabajo, pero cuando enfoca la cámara, la difunta abre sus ojos y le devuelve la mirada. Sí, Angélica puede estar muerta, desde lo físico, pero su espíritu está aún entre su gente, inquieto y con la fuerza de aquella juventud que no alcanzó para esquivar a la fría Parca.
Isaac, de quien sabemos poco (demasiado para mi gusto), se enamorará perdidamente de la difunta. Y ella, desde el plano en el que está, hará lo imposible por volverse tangible, generando situaciones simpáticas e inusuales que el director resolverá siempre con soltura, impidiéndo que el film caiga en un sinsentido narrativo y ajustándolo a su objetivo primario: hablar del amor, desde su sentido no terrenal, sino espiritual. El muchacho, conmovido por lo que le sucede, se aisla del mundo, su cámara registra otra dimensión y su mirada parece extraviada. Muere de amor y su elegida, es inmaterial, pero no se puede decir que no existe.
Como fondo de la historia, veremos las transformaciones laborales y el cambio de las actividades del hombre, la influencia de lo económico sobre ese lugar pero... Lo que se subraya, en mi opinión, es la ratificación de la legitimidad del sentimiento, más allá de lo material. "El extraño caso de Angélica" no deja lugar para finales previsibles, sino que empuja hacia una definición bucólica y original, ciento por ciento De Oliveria. Movilizante.
Hay mucha belleza en el paisaje y un gran trabajo de la fotografía a lo largo del film. Es intimista, prolijo y luminoso, pero además, deja traslucir su cálida esencia desde el primer minuto de proyección.
No es de las películas que a nuestro público le atraen masivamente, pero como curiosidad en nuestra cartelera, merece una oportunidad. Es una muestra viva del talento de un director longevo al que esperamos disfrutar un tiempo más en este plano terrenal. No saldrán defraudados de la sala.