Deleite para los ojos (y para los oídos).
El extraño mundo de Jack, es un clásico de la animación stop-motion. Esa técnica donde cada pequeño movimiento requiere de una fotografía, totalmente cuidada y calculada. Y si tenemos en cuenta que el cine es 24 fotogramas por segundo (o 24 "fotografías") eso no es poca cosa. Si gustan, es el epítome de la animación "artesanal". Si a eso le sumamos la melancolía y siempre feliz imaginación de Tim Burton, la precisión narrativa de Henry Selick, y la mejor música de Danny Elfman, tenemos un clásico, y no sólo por la técnica.
La historia es así: Jack Skellington es el rey de la tierra de Halloween. Allí, hogar de monstruos y brujas, que no son necesariamente malos, viven todo el año preparándose para la fiesta de Halloween. Sí, algo monótono, que tiene a Jack bastante cansado. Con el peso de ser la máxima representación de esa cultura, se lamenta no poder abandonar esa fiesta. Hasta que llega, por accidente, a la ciudad de Navidad. La experiencia de ese lugar increíble y raro, cambiará la cosmovisión lúgubre y tétrica del esqueleto. Lo más llamativo es cuanta pasión, pone el protagonista, que se siente algo incomprendido. Y los artesanos de la película, cuanta sensibilidad inyectan a todo el relato. Mucho más interesante que el romance de la película (que gracias a la "vida" de sus personajes, es agradable) es el final (¿conformismo o aprendizaje?).
En el básico set-up, la película junta esa tristeza perenne de los films de Burton (hasta en la más "feliz" como El gran pez o Charlie y la fábrica de chocolate, se esconde algo tenebroso o inquietante) y los enormes números musicales (la mayoría en notas menores) de Danny Elfman (un habitué del director de El joven manos de tijera, que en su curriculm tiene el honor de haber compuesto la de Ed Wood, Batman, Spider-man, Milk, y casi todas las de Burton). Desde la popular "This is Halloween" a la maravillosa "What's this?" se dejan escuchar (y ver) en esta introducción. Por suerte el relato no decae cuando los números musicales acaban, aunque si bien la película es un continúo deleite visual, y los personajes están bien caracterizados, el resto de la historia no tiene el mismo peso y energía. No es que aburra: pero uno no hace más que desear a la próxima secuencia "cantada".
La mezcla estética de Beetlejuice con Batman no deja de sorprender. Y como si fuera poco, está llena de homenajes al cine de terror clásico, como Frankenstein, El hombre lobo, La criatura de la Laguna Negra (la mayoría de los clásicos de Universal) y a figuras geométricas retorcidas y puntiagudas del expresionismo alemán (El gabinete del Doctor Caligari, Nosferatu). Esta es una de esas películas donde lo que prima esa la forma, si bien el contenido no está mal.
Como esta crítica se da en la ocasión del (re)estreno de la versión en 3D, vale aclarar que todos los pequeños detalles difíciles de apreciar en DVD, acá se vuelve más que datos triviales (¡la nariz de Zero es una calabaza!). Ni hablar del vigor de los colores (es impresionante la secuencia á la mafioso de Las Vegas, de Oogie Boogie) en la pantalla digital. Vale la pena volver a ver la película en el cine, sea o no 3D.
La película es corta (76 minutos) pero tiene muchas secuencias difíciles de olvidar. Esa combinación de estética gótica, humor negro y lirismo simple es una combinación perfecta para uno de los mejores musicales animados de Disney (bah: una de las mejores películas animadas del cine y punto). Para no dejar de disfrutar.