Refrescante, naif, creativa y encantadora, El extraño Sr. Horten es una película muy particular, que podría haber dado para más pero que aún así está fuera de registro. Odd Horten es un ingeniero ferroviario cuyo trabajo a lo largo de cuarenta largos años fue manejar locomotoras que van desde Oslo a puntos aledaños, ida y vuelta. Ahora llegó a su edad jubilatoria, recibirá los honores pertinentes que incluyen un bonito (o no tanto) trofeo y a la vez
descubrirá su soledad. Sentirá nostalgia por los trenes, pero a la vez empezara a disfrutar y valorar su nueva vida y, acaso, su libertad existencial. Ese salto en su renovada etapa lo llevará por terrenos inesperados, que contienen en el paquete un amigo -que nunca tuvo-, que por un par de días se transformará en su guía principal y acaso lo llevará por el sendero de un amor que siempre tuvo frente a sus ojos y no terminó de asumir. Bent Hamer en su quinto largometraje como director y guionista apela a algún toque surreal, dentro de una tónica melancólica en la que no falta el humor absurdo. La máscara del indispensable protagonista Baard Owe resulta ideal, y a pesar que algunos tramos del argumento podrían haberse explotado más, El extraño Sr. Horten destila por momentos una deliciosa poesía.