El 22° Festival de cine alemán presenta una decena de films, con la singularidad este año de que dos de ellos trascurren en la misma época y lugar. Para la inauguración en Cinépolis Recoleta, el Festival programó El falsificador, de la realizadora Maggie Peren. Pese a que no pudo asistir al evento, los espectadores pudieron escuchar y verla en forma virtual, notando su contagioso entusiasmo con éste, su cuarto largometraje, que participó de la última Berlinale.
1942 fue un año bisagra desde que se inició la Segunda Guerra Mundial, con un muy diferente estado de ánimo de los países opuestos al nazismo, al inicio y fin de dicho año.
El 20 de enero de 1942 tuvo lugar una reunión en Wannsee, al suroeste de Berlin, a la que se refiere La conferencia (del director Matti Geschonneck), que terminó de rubricar la Solución Final de la cuestión judía. Equivocadamente se suele atribuir esa fecha al momento en que se gestó dicha atroz iniciativa, en la que participaron entre otros dos célebres asesinos: Adolf Eichmann y Heinrich Heydrich.
El falsificador también transcurre en Berlín en el mismo año, pero seguramente muchos meses después, cuando ya eran frecuentes los bombardeos de los aliados como lo muestra una de las escenas más dramáticas en que casi es descubierto Cioma Schönhaus (brillante interpretación de Louis Hoffman). Se trata de un joven judío de apenas 21 años, que gracias a su aspecto físico es confundido con los alemanes de raza aria. Suele vestirse como un oficial de la marina alemana, habiendo elegido ese atuendo ya que confiesa que: “la Marina es más que el Ejército, al ser familia y libertad”.
Otros dos personajes jóvenes suelen acompañarlo: su pareja Gerda (Una Wedler) y su amigo Det (Jonathan Berlin). Cioma habita en el edificio donde se relaciona con la Sra. Peters (Nina Gummich), personaje ambiguo y prototipo de ciudadanos alemanes, no necesariamente nazis, pero con temores de ser deportados.
Como afirma la realizadora, la historia está basada en un personaje real, ya fallecido, al que ella llegó a entrevistar. Cioma tenía un especial talento en falsificar pasaportes y otros documentos, aprovechando su pulso firme y ayudado de tinta y otros elementos de trabajo. De esa manera creó falsas identidades que salvaron la vida de muchas personas y finalmente la propia.
Aunque la película no lo menciona, del total de algo más de 500.000 judíos que habitaban en Alemania cuando Hitler llegó al poder en 1933 un tercio habitaba en Berlín. Al empezar la Guerra ya la mitad de los berlineses habían abandonado el país y a fines de 1942, producto de las deportaciones, sólo quedaban en la capital unos 10.000 judíos entre los cuales estaba Cioma.
El falsificador está basado en las memorias del personaje.