Patagonia, sensible y melosa
La singular relación del biólogo y guardafauna Roberto Bubas con las orcas, la lucha a tientas de una madre por su hijo autista, encauzada también de modo singular, esa experiencia alentadora de comunicación no verbal y ampliación de horizontes que Bubas poetizó en su libro "Agustín Corazón Abierto", y la belleza única, imponente, de nuestra costa patagónica, merecían reflejarse en el cine, y así ocurrió.
El mérito inicial es del productor español José María Morales, que leyó el libro, y el director Gerardo Olivares, que venía de hacer "Entrelobos", basado en la historia real de un chico criado en el bosque. Olivares hace ficción, pero se formó como documentalista viajero ("La ruta de las Córdobas", "Moradores del Himalaya", "El hambre en el mundo explicada a mi hijo"); sabe filmar la naturaleza y, ante todo, emocionar limpiamente al público familiar. A él se dedica. Aportando otros méritos, acá se agregaron Joaquín Furriel, Luis y Lucía Puenzo, el propio guardafauna como asesor, el faro de Punta Delgado y sus alrededores, y, lógicamente, las orcas del título.
Por supuesto, se trata de una película: vuelve sencillo lo que seguramente fue más complicado, tiene toquecitos for export (música, mate, fiesta criolla, lobos marinos); Furriel y Maribel Verdú son más lindos que los protagonistas reales, también la cabaña del guardafauna es muy bonita; en fin, nada que reprochar seriamente. Son cosas que hacen agradable la vista, y además ¿a quién no le gustaría que Maribel Verdú se instale unos días en su cabaña?