Noticias del Este
Un grupo de pescadores rusos quedan anclados en la costa marplatense tras la disolución de la Unión Soviética. Veinte años después Misael Bustos reconstruye en forma de documental la historia pasada y presente de VíKtor, el hombre que nunca más regresó a su país.
El fin del Potemkin (2011) tiene varias aristas que lo vuelven interesante. La primera es la historia en sí misma. Un pesquero encallado en un país extraño que tras la caída de un régimen gubernamental nadie reclama. Steven Spielberg recreó un hecho similar cuando en La terminal (The terminal, 2004) el personaje que interpretaba Tom Hanks –también de nombre Viktor- queda varado en un aeropuerto tras la disolución del país que provenía. La segunda faceta llamativa de la trama es la investigación de cómo se manejó el caso desde lo político en ese momento, y la clara desición de no hacerse cargo de nada. ni de nadie Mientras que la tercera es analizar las razones que llevaron a uno de esos hombres a no querer volver más a su tierra natal y radicarse definidamente en Argentina.
Desde lo formal el documental, que cuenta con la producción de Luis Puenzo (La historia oficial, 1985), se construye en base al testimonio de Viktor y la fusión con material de archivo. Pero es básicamente él quien lleva el hilo conductor de la trama narrada en su primera parte como si se tratará de un thriller político. Es ahí en donde la historia alcanza su punto más alto. Durante el segundo trama vira hacia el drama familiar, entrevistando a aquellos seres queridos que quedaron en su tierra natal y que él parece querer olvidar. Una serie de reproches que no suman demasiado hacen que el final se vuelque más al formato del reality show, elemento innecesario que resta en lugar de sumar.
A pesar de esta apreciación personal El fin del Potemkin es un documental atractivo desde lo visual -se nota un cuidado trabajo a la hora de encuadrar, seleccionar cada plano y fotografiar cada escena- que cuenta una historia por demás de atrapante, que a pesar de la disparidad narrativa sale airoso en su totalidad.