Andrew Levitas dirige este drama basado en hechos reales donde el célebre fotoperiodista de la revista Life, William Eugene Smith, es enviado a la ciudad japonesa de Minamata para fotografiar a la población devastada por el envenenamiento por mercurio como resultado de la negligencia industrial de la compañía química Chisso.
Este drama pseudo biográfico basado en hechos reales resulta algo contradictorio y peculiar, ya que por momentos se atiene a la fórmula característica de este tipo de relatos y en otros instantes se dedica a intentar salir de la convención para contar con imágenes más poéticas tanto el desastre social y ecológico como el proceso creativo de un artista en el ocaso de su carrera.
El largometraje se sitúa en los años ’70 y, como bien dijimos, sigue a W. Eugene Smith (Johnny Depp) que parece haber perdido el rumbo creativo y también su rol como padre y esposo. Eugene acumula deudas tanto económicas como afectivas y parece sumergirse en un pozo de autocompasión y desgano. Un día es abordado por Minami (Aileen) quien le comenta la situación desastrosa que está viviendo la gente de Minimata y le pide ayuda para mostrarle al mundo el desgarrador drama que está aconteciendo en tierras niponas. Al principio Eugene parece desestimar el pedido, pero luego, considerando sus escasas oportunidades y su mal pasar económico, le lleva la propuesta a su jefe de la revista (Bill Nighy). Poco a poco Smith se sumergirá en la comunidad de Minimata y no solo encontrará la oportunidad de volver a cobrar relevancia, sino que por otro lado se reencontrará con sus aletargados sentimientos.
«Minamata» es un film que arranca y va desarrollándose de la forma pre configurada que suelen tener estos dramas biográficos con un protagonista desganado y cuyo tiempo de gloria ha pasado, que buscará la forma de salir del pozo y redimirse, justo cuando se da cuenta de la importancia de lo que está haciendo. No obstante, el film logra mantenerse a flote gracias a ciertos rasgos de franqueza a la hora de retratar a su protagonista, sin edulcorar su forma de hacer o incluso mostrando los verdaderos matices y maneras de actuar que lo vuelven más humano. A su vez, el compromiso de Depp en el rol principal, alejado del histrionismo y el exceso de gesticulación y maquillaje que suelen tener sus papeles predilectos, elevan su composición del fotoperiodista con un trabajo contenido y equilibrado. Realmente los conflictos y el drama parecen más reales gracias a esta aproximación y a la pulcra puesta en escena que además de priorizar un estilo próximo al documental, sabe combinar homogéneamente el material de archivo, junto con imágenes a modo de flashbacks de los celebrados días de Smith como fotoperiodista de la II Guerra Mundial (algo que le deja secuelas y queda muy bien plasmado con este recurso) y una dirección de fotografía exquisita que vira hacia el blanco y negro en los momentos en que el personaje principal está buscando inmortalizar ciertos instantes en sus fotografías.
«El fotógrafo de Minamata» es una película que se beneficia del talento interpretativo de Depp, esta vez más sutil y matizado, y de ser «correcta» en casi todos sus aspectos sin destacar en ninguno. Un film que no gana demasiados puntos en originalidad pero que sabe aprovechar los hechos reales en los que se basa para brindar un relato prolijo y equilibrado.