Las relaciones de pareja alteradas por un factor externo son moneda corriente dentro del cine y, en este caso, es la pasión desmedidda que desata el fútbol lo que pone en peligro al matrimonio que conforman Pedro -Adrián Suar- y Verónica -Julieta Díaz-.
El fútbol o yo toma una escena de la película belga Standard -de la que se compraron los derechos- y el director Marcos Carnevale sitúa y desarrolla los personajes en lugares reconocibles para el público local.
Con el marco de la comedia romántica que le sienta bien a la misma dupla de Dos más dos, el film expone la tensión que atraviesa la pareja en la que la indiferencia empieza a abrir una grieta que parece irremontable. El lugar que ocupa cada uno en la relación, las hijas adolescentes, el fútbol como una adicción difícil de controlar -durante un velatorio Pedro y sus dos amigos no pueden evitar encender el televisor para ver un partido- y los conflictos laborales que afronta Pedro al ser despedido, son los pilares en los que se basa la propuesta.
Entre el jefe poco comprensivo que lo saca de la importante compañía de servicios médicos en donde se desempeña, los amigos que lo distraen de sus obligaciones cotidianas y una sesión de terapia -lo más divertido del film en el que Alfredo Casero es uno de los pacientes-, la película juega con los toques de humor sin escapar a un tratamiento televisivo y, por momentos, episódico. La obsesión por el deporte de multitudes va sembrando el caos en cada escena sin despertar la risa y hace hincapié en las dosis de emoción sobre los minutos finales.
El elenco se completa con Federico D´Elía y Peto Menahem, como los amigos inseparables; Rafael Spregelburd, como el vecino que despierta los celos del protagonista. Julieta Díaz se mueve cómoda en el género, aportando presencia, mientras que un rol pequeño como el de Miriam Odorico -la actriz de La omisión de la familia Coleman, en teatro- le permite el mayor lucimiento en el papel de "la correntina".
Con el fútbol, la cancha y el amor por la familia como eje central, el relato intenta recuperar el género que tan buenos dividendos le dio a Suar, sin mayores pretensiones, y lo logra a medias a través de situaciones que no siempre dan en el blanco.