Comedia romántica, pasatista si las hubo, que no debería haber sido como corolario al finalizar la proyección. Esto sucede pues el filme esquiva todas las responsabilidades de lo que establece, con el único fin de constituirse en el género en el que se anuncia desde el titulo, habiendo sido este originalmente “Sos mi pasión”, y las pasiones “pueden” llegar a ser peligrosas, las adicciones lo son por definición.
Nadie podría poner en duda el pulso que posee Marcos Carnevale para la comedia, demostrado en sus buenas “Corazón de León” (2013) “Elsa y Fred” (2005), asimismo en las también, un poco fallidas en tanto producto terminado, “Inseparables” (2016), “Almejas y mejillones” (2000), por no nombrar otras.
Por lo cual se establecería como un muy buen representante, no se puede asegurar si a ciencia cierta buscado o por casualidad, de la circulación del arte, la cultura, al decir en estos días, que comenzaron en la década del ‘80 y no paran.
Ese mismo pulso puesto en juego desde los tiempos de comedia que maneja su protagonista Adrián Suar, ya establecido como un buen comediante, además comerciante, pues sabe perfectamente cuando un producto va a tener réditos económicos, y eso también es un “don”.
La historia se centra en Pedro (Adrian Suar), hombre casado, padre de familia, gerente de recursos humanos de una gran empresa, pero no todo es tan simple: es un adicto, al fútbol. Es verdad, a primera vista nada ni nadie podría salir dañado por una adicción de esta naturaleza, pero a Verónica (Julieta Diaz) le esta empezando a fastidiar que las prioridades en su familia, en su marido en realidad, estén regidas por ese negocio disfrazado de deporte. Ahí aparece el titulo del filme Pedro busca ayuda en sus amigos Juan y Luis, (Federico D´Elia y Peto Menahem, respectivamente), el segundo lo apaña, el primero lo ayuda en contradicción a su deseo. Su familia se esta deteriorando sin remedio.
En esa sucesión de hechos se identifica como necesitado de ayuda profesional, y recurre a un grupo de autoayuda para adictos, en este caso al alcohol, él sería la primera victima del fútbol como adicción, de los cuales todavía no hay grupos para eso, (que yo sepa, al menos). Es con una estrategia demasiado yankee y más que inoperante para el caso que termina involucrado en algo que no es, donde conoce a Roca (Alfredo Casero), otro adicto, otro buen comediante.
El texto es de una previsibilidad increíble, a cada imagen se adivina la siguiente, los diálogos son tan banales que sucede lo mismo, habiéndose perdido una muy buena oportunidad de profundizar sobre el tema de las adicciones, un mal endémico de nuestro tiempo, que atravesado por el fútbol hubiese podido trabajarse como atravesando la realidad de millones de personas.
Será por elección de su responsable o será casualidad, no lo sabremos, sólo decir que si por algo la atención se sostiene en el filme es en un 95% gracias a Julieta Diaz, desde siempre una muy buena actriz, cada vez más asegurado su pasaporte al Olimpo como una diosa completa, un 2% Alfredo Casero, seguro, 1% Adrián Suar, no se espera más de lo que da, y esta bien, 1% al resto de la producción.
¡¡Ah!!!!, 1% a los estoicos espectadores argentinos, que tan grave es la realidad que cualquier cosa nos hace reír, por no llorar.