El fútbol es pasión de multitudes. No pocas veces, quienes estamos de la otra vereda no podemos evitar preguntarnos: “¿Es para tanto?” “¿Es tan grave perder tal copa o quedar afuera del mundial?” Si bien una pasión es una pasión, y algunas tienen explicaciones más lógicas que otras, es innegable que los matices excesivos que puede llegar a adquirir la pasión futbolera son materia prima atractiva para una comedia. Un potencial que El Fútbol o Yo no termina de desarrollar.
Una cosa que no puede cambiar:
La vida de Pedro está entregada al fútbol, y dicha pasión ha llegado a un extremo tal que Verónica, su mujer, ya no lo soporta más. Todo se complicará cuando pierda su trabajo y sea echado de su casa, lo que lo obliga a replantearse muchas cosas e intentar corregir el rumbo de su vida.
El guion de El Fútbol o Yo tiene sendos problemas. Principalmente, que casi no genera risas, lo que para una comedia es mala señal. Pero más en concreto, tiene un inicio demasiado intenso, y como el resto de la narración no duplica la apuesta (y por lo tanto el riesgo del protagonista) con el devenir del metraje la propuesta no tarda en desinflarse, al extremo de dejar casi completamente de lado al fútbol al que hace referencia el título. Pasada la mitad de la película, se vuelve más la cuestión de un macho con el orgullo herido que la de un adicto al deporte que debe superar este problema. Se gastaron todos los cartuchos en el primer acto, sólo para que esta premisa vuelva mágicamente en el desenlace.
Exceso de neurosis:
Adrián Suar entrega nuevamente esos papeles neuróticos que habitualmente le salen muy bien, aunque en este caso el guion no lo ayuda. Caso aplicable también a Julieta Díaz, quien es capaz de realizar mejores trabajos que el de esta película. Los excesos en ilustrar esas neurosis no le juegan a favor a ninguno de los dos.
Alfredo Casero es el único en acertar en su interpretación: las pocas veces que quien esto escribe se rió durante la película, fue cuando el actor de Cha-Cha-Cha recibía su parte del tiempo de pantalla, dando vida al peculiar padrino de rehabilitación que ayuda al personaje de Suar.
El apartado visual está adecuado, a la altura de las intenciones de la película; nada que criticar, tampoco mucho para elogiar. No obstante, debo hacer una mención al apartado de efectos visuales por hacer creíble la imagen de tener una cancha llena.
Conclusión:
El Fútbol o Yo toma un estereotipo conocido por todos, pero en vez de profundizar lo exagera, y no pocas veces lo deja de lado. Esta falta de fidelidad a la premisa no solo contribuye a que los momentos humorísticos no lleguen a la meta: logra además que los momentos emotivos tampoco tengan tanta resonancia.