La ilusión del progreso
El Futuro Llegó (2017) es un documental que viene a reflexionar sobre el progreso; como concepto, como forma de pensar la cotidianidad y como bandera ideológica. Tal premisa se apoya, de manera práctica -a modo de ejemplo- en la historia de la localidad de Ing. White, un puerto de ultramar fundamental para la Argentina ubicado a pocos kilómetros de Bahía Blanca. La reconstrucción de la historia de Ing. White, desde el punto de vista topográfico hasta su costado turístico, es funcional a una manera de pensar el presente. La incipiente Argentina, versión “granero del mundo”, forjó su fortaleza a partir de la avanzada tecnológica en el usufructo del ferrocarril, sin embargo manejado por los ingleses, quienes desarrollaron la potencialidad portuaria de la pequeña localidad de White. En los testimonios de diferentes actores autóctonos y otros foráneos pero igualmente interesados por la reconstrucción de la pequeña gran historia de este pueblo, se puede hilvanar un entramado potable en la búsqueda de otra reconstrucción, la del progreso en tanto concepto, asociado en primera instancia a un bienestar automático de una comunidad.
Es muy frecuente que las historias de los pueblitos fundados a partir de un aprovechamiento natural (petróleo, estrategia geográfica, etc.) tengan los focos de atención como consecuencia de acontecimientos nefastos, ejemplo el caso de la localidad de Magdalena, que sufrió el encallamiento de un buque petrolero de Shell, lo que provocó el hundimiento económico y social de la comunidad. No es el caso de Ing. White, sufriente de una escalonada serie de situaciones provocadas por el llamado progreso y no de un suceso puntual. Las construcciones abandonadas son una huella de esa promesa de crecimiento, las cuales se asentaron para la creación de un polo industrial que hoy no existe pero que permanece en el día a día sin poder utilizarse ni destruir para otorgarse otro uso. Como lo cuentan un par de testimonios, la industria dejó sin chances a los locales de acceder a los balnearios: “Nosotros estamos rodeados de agua, pero tenemos que hacer varios kilómetros para ver el mar”. La ironía perversa del progreso, ese que promete mejorar la calidad de vida de todos provocó, en el caso de esta localidad, un daño irreparable a un bienestar al que no se accede mediante el dinero: el de una vista al mar, a lo inconmensurable brindado por la naturaleza.
Hacía el último tramo la particularización se ajusta a una situación puntal, la de una explosión en una refinería en 2010, que dejó el saldo trágico de un muerto. Es así que El Futuro Llegó, deja ese sabor amargo pero también refuerza con su título, esa ironía sobre el progreso que, si bien, está planteada desde lo conceptual en términos reflexivos, la práctica y los hechos vívidos por Ing. White demuestran que la apariencia de bienestar colectivo no es más que una mera ilusión, o peor, una estrategia de venta.