Las amigas
Presentada en el Festival de Toronto, El futuro que viene (2017) es una agradable sorpresa sobre la amistad femenina. Una amistad mostrada desde las similitudes y las diferencias a través del paso del tiempo. Brillan Pilar Gamboa y Dolores Fonzi como las amigas en cuestión.
Constanza Novick es la directora y guionista de esta pequeña gran película y además, pareja de Lisandro Alonso (productor ejecutivo del film). Sin embargo, El futuro que viene se encuentra en las antípodas del cine del director de Jauja (2014), apostando desde el primer minuto a generar la empatía con el espectador.
Para hacerlo elige el vínculo personal –y hasta cierto punto universal- que mantienen desde la infancia Romina (Dolores Fonzi), una mujer estructurada, metódica y contenida, con Florencia (Pilar Gamboa) su mejor amiga pasional, irracional e impulsiva. Su amistad se fortalece con el paso del tiempo (el film está estructurado en tres grandes momentos) en donde el amor y las broncas entre ellas se tensiona con la misma vehemencia que se distinguen en sus caracteres.
La película comienza en el período estudiantil donde florece el primer amor y con él, el primer desencuentro de las amigas. Todo sucede en una nostálgica década del ochenta con una reconstrucción estilizada que busca la añoranza del espectador. La historia salta en el tiempo hasta el segundo acto: cuando Florencia (Pilar Gamboa) cae en la casa de Romina (Dolores Fonzi), ahora una joven e inexperta madre. Se quieren y reencuentran en sus recuerdos pero transitan distintos momentos de la vida: mientras una vive su profesión de escritora con despecho adolescente, la otra está repleta de inseguridades y responsabilidades familiares. Tarde o temprano se vuelven a separar. En el tercer y último acto, con un nuevo salto de tiempo mediante, ambas cuarentonas con hijas adolescentes se reencuentran. La historia se reitera.
El futuro que viene es interesante por varias cuestiones: en primer lugar la actuación estupenda de su dupla protagónica que genera duelos actorales imperdibles en cada escena. En segundo lugar, el tiempo y la circularidad de los hechos. En esta construcción de pares y opuestos el universo representado es puramente femenino, los hombres se presentan como meros satélites de las mujeres en pantalla, en quiénes está el foco del relato. Adquieren así importancia las madres y las hijas, con quiénes el relato traza paralelos evidentes. La repetición y los opuestos son constantes y se reiteran episodio a episodio.
Pero lo atractivo de la película no está solo en su estructura narrativa ni en su propuesta temática, incluso no depende de ellas para poder disfrutar e identificarse con una historia que se cuenta desde las emociones. Desde la coreografía ochentosa hasta las telenovela que recitan de memoria, el film reproduce esos emotivos momentos con precisión y frescura, logrando trasmitir sentimientos y hacer un homenaje a la amistad sumamente disfrutable.