La ópera prima de Constanza Novick indaga el universo femenino a través de una amistad que atraviesa distintas etapas.
Romina (Dolores Fonzi) y Flor (Pilar Gamboa) son amigas desde la escuela primaria. Pero la evolución de cada una, tanto en lo personal como en lo profesional, pone a prueba una relación genuina y fundamental en sus vidas.
Con un título más que acertado, El futuro que viene (2017) describe el crecimiento de las protagonistas a través de un vínculo del que no pueden prescindir. Principalmente, porque una estuvo en la vida de la otra desde la niñez. Una etapa linda y compleja que atravesaron juntas, y marcó el presente que vuelve a reunirlas. Más de una vez.
Novick se inmiscuye en una amistad con la que el público se identificará de inmediato. Y sabe cómo mostrar el micro mundo de dos niñas, y luego mujeres, que al compartir tantos momentos se conocen con sólo mirarse. A pesar de que cambiaron un poco.
Fonzi y Gamboa logran traspasar la pantalla y hacer creíble la amistad, eje central de la película.
El futuro que viene es un recorte temporal, que bien podría ser objeto de estudio de una investigación social. Porque aunque puede parecer una película lineal y simple, deja en evidencia cómo los hijos repiten actitudes de sus padres y son marcados por acciones que se suponen insignificantes.