DOS HERMANOS
Con todos los ingredientes de un tradicional film de boxeo, pero apelando a los elementos del cine independiente, El ganador es una película intensa y apasionada en la que el espectador puede disfrutar de las bondades de los dos tipos de cine.
El ganador, película a la que nos referiremos de ahora en más con su título original, The Fighter, es un ejercicio de forma cinematográfica muy inteligente. Cuanto más entrenado en el cine de boxeo esté el espectador, más disfrutará la forma en que el director coquetea con las dos variables posibles que este subgénero plantea. Por un lado, los films de boxeo pueden ser clásicos films de ascenso y triunfo, en donde un tapado termina convirtiéndose en campeón (nota: en este momento está en cartel El discurso del rey, que disimuladamente entra en esa categoría). Pero por otro lado, el boxeo da para historias terribles, terminales, en las que el perdedor pierde aun más y el final es anunciadamente trágico. El boxeador parte siempre de un universo perdedor. Su conexión con el público parte –justamente– de su condición de marginal, en donde pelear por abrirse paso es tan metafórico como literal. The Fighterelige un camino sinuoso, en el que no se puede distinguir con claridad cuál de los dos caminos tomará la historia. Para ello, el director construye escenas filmadas con el más puro estilo de cine norteamericano independiente, al enfatizar la cámara en mano y la puesta en escena desprolija. E incorpora también ciertos elementos del documental. Pero a la vez tensa las cuerdas con todos los elementos convencionales de los films de boxeo. El resultado es un potente y apasionado film, en donde se sufre minuto a minuto por el destino del boxeador Micky Ward (Mark Walhberg), quien avanza y retrocede en su carrera a la vez que su hermano, ex boxeador, Dicky (Christian Bale) parece llevar todo el tiempo las cosas hacia el desastre. Si el espectador se engancha con todos estos recursos, no podrá saber cuál es el destino final de ambos, porque la estructura del film es intencionalmente ambigua.
Cuando ya parecían haberse filmado todas las historias de boxeo posible, The Fighterencuentra nuevamente la manera de generar una respuesta visceral mediante una inteligente mezcla de formatos. Las peleas, además, consiguen una autenticidad tal que uno no se siente como un espectador, sino como uno de los familiares del boxeador. A esta ambivalencia y pasión hay que agregarle las actuaciones, mientras que Walhberg trabajo su estilo sobrio y sencillo, Bale hace un trabajo de una gran sofisticación. Los matices de su actuación son muchos y no permiten tampoco adivinar cuál será el destino final de estos dos hermanos, unidos para bien o para mal, en cada paso de sus vidas.