La sangre duele
Años ´80. En todo el tiempo que lleva en el boxeo, el welter Micky Ward (Mark Wahlberg) no ha podido sacarse de encima la sombra de su entrenador y medio hermano, Dicky Eklund (Christian Bale). Dicky ha sido el boxeador estrella de la familia y, hasta el momento, Micky no ha estado a la altura de aquella leyenda. Poco parece importar a su neurótica madre (Melissa Leo) que Dicky sea hoy apenas una sombra de aquél retador, hundido como está en un infierno de drogas. Al hermano mayor se le perdona todo y para el benjamín sólo hay exigencias, reproches y peleas mal concertadas, con un pésimo final.
Todo parece cambiar cuando Micky conoce a Charlene (Amy Adams), una ex atleta devenida en camarera, que le ayuda a pensar mejor y replantearse sus objetivos. Mientras Dicky cae más y más bajo, Micky comienza a buscar la manera de hacerse su propio camino, tomando cierta distancia del nocivo núcleo familiar e incluso del boxeo. Pero queda claro que no sólo la sangre es fuerte, sino la propia ambición de Micky por alcanzar un lugar en este competitivo deporte.
En un trabajo conjunto de buenos actores, sólido guión y notable trabajo de dirección y edición, "El ganador" se constituye como una de las grandes sorpresas de los últimos festivales. Su estreno comercial fue limitado hasta que comenzaron a llover los reconocimientos no sólo para el siempre notable Christian Bale (sin excesos, el mejor personaje del filme) sino para el elenco a pleno. Melissa Leo personifica a la déspota madre de familia, cabeza de un clan dominado justamente por las mujeres, y su rol resulta fundamental para una comprensión acabada de la trama. En torno a ella y sus dos hijos, los demás personajes se vuelven corpóreos, verosímiles; la historia discurre sin tropiezos y más allá de los vaivenes de interés que la temática podría suscitar, consigue entretener sin embrutecimientos ni simplificaciones.