Durante el mundial de fútbol, el país entra en una especie de dimensión paralela: es el único momento en el que los microfascismos del yo político quedan eclipsados por un deseo común. No es poco. Los argentinos se vuelven argentinian friendly y se juntan en horarios inverosímiles. Y compran televisores. El Gerente es la crónica de una apuesta: la de una estrategia de marketing que parecía segura pero termina siendo el via crucis físico y emocional del hombre detrás de la promoción “Si la Selección no clasifica, te quedás con el televisor y te devolvemos el dinero”.