Para continuar completando un abanico bien diverso de propuestas dentro de la plataforma www.cine.ar/play, se suma esta semana a sus títulos de ficción y sus documentales, una propuesta para los más pequeños de la familia.
Es otra de las creaciones de Liliana Romero y Norman Ruiz, una dupla de realizadores que ya cuenta con una importante lista de producciones, entre los que destacan “El color de los sentidos (2005)”, dos clásicos de la literatura nacional como el “Martín Fierro (2007)”, y los entrañables “Cuentos de la selva (2010)” de Horacio Quiroga, trabajos a los que se suma “Anida y el circo flotante” (2016).
En esta ocasión, con “EL GIGANTE EGOISTA”, toman uno de los tres cuentos que Oscar Wilde ha escrito para niños con una historia que va inspirando, por momentos muy leventemente, el desarrollo del filme. Si bien toma algunos elementos centrales del cuento de Wilde -como la figura del Gigante al que no le simpatizaba casi en absoluto que los niños jugasen en su jardín-, la adaptación que hacen Romero y Ruiz sobre este material, le brinda un papel preponderante a las cuatro estaciones, quienes junto con ciertos fenómenos climático toman un verdadero protagonismo y de este modo, los niños, que eran la base fundamental en el cuento original, queden relegados a unas pocas escenas y un segundo plano.
De esta forma, Romero y Ruiz optan por volcarse a un mensaje más ecologista, relacionando toda la historia con temas del medio ambiente, con el cuidado de la naturaleza, y que se complementa con el entorno que han elegido para desarrollar la historia, con paisajes autóctonos –se plantea algo que puede adivinarse como el Noroeste Argentino con sus cerros de colores y su vegetación tan característica- y personajes que desde su construcción estética se vinculan claramente con el tema.
Los directores toman un riesgo importante en la transposición del cuento a una nueva mirada, y los resultados de esta adaptación de Wilde son sumamente positivos pero dentro de este contexto, se ven empañados por algunos otros elementos que no funcionan del todo armónicamente dentro de la puesta.
Se distinguen dentro de las elecciones, la decisión de desarrollar ese lugar mágico que no está determinado ni en tiempo ni en espacio, que si bien es universal, está marcado por algunas decisiones estéticas que lo plantan en un presente y en una geografía que sea cercana al espectador, acompañada por una paleta de colores hermosa que se despliega naturalmente tanto en el paisaje como en la construcción de los personajes y una cuidada estética que conquista sobre todo por sus rasgos naïf, su simpleza y una técnica de animación tradicional con dibujos planos y con esa forma “artesanal” que empatiza perfectamente con la historia.
Con lo cual “EL GIGANTE EGOISTA” contiene muchos más aciertos que puntos flojos pero lamentablemente en cuanto al desarrollo de las voces para cada uno de los personajes, muchos de los trabajos suenan desajustados.
Del gran elenco que tiene la película en cuanto a las voces que se han prestado para los diferente personajes, sólo algunos pocos han podido comprender la propuesta y lograr una composición que armonice con el tono de la historia.
Se destaca la dulzura de Virgina Kaufmann como Primavera, el excelente buen humor y dinamismo de Manuel Wirtz como Verano y el talento de Braian Pavón como Invierno –en una de las criaturas más logradas-.
Por el contrario Adriana Salonia como Yinyi, uno de los papeles centrales de la historia, suena chirriante y exagerada, sin haber podido encontrar el tono propicio para un personaje que daba para mucho más. Tampoco Alejandro Paker como el Gigante encuentra el modo de transmitir la emocionalidad y elige una composición vocal que no se acompaña armoniosamente con la elección visual por lo que dos de estos personajes, de presencia casi excluyente a lo largo de todo el film, suenan desajustados y con una tonalidad que no suena placentera sino desmedida y bastante forzada.
De todos modos, se agradece y es gratificante poder contar con nuevas propuestas dentro de la plataforma y sobre todo poder dar un espacio al cine de animación nacional que tiene tan pocas propuestas explorando nuevas formas de expresión lejos de cualquiera de los arquetipos comerciales que mayoritariamente se imponen dentro del género.
POR QUE SI:
«Los directores toman un riesgo importante en la transposición del cuento a una nueva mirada, y los resultados de esta adaptación de Wilde son sumamente positivos»