El Gigante Egoista de Liliana Romero y Norman Ruiz. Un cuento de hadas para los más chicos. Bruno Calabrese Hace 16 horas 0 17 El largometraje animado basado en el cuento homónimo de Oscar Wilde se estrenará este jueves a las 20:00 por la pantalla de Cine.Ar TV. Tendrá una repetición el sábado y además desde el viernes estará disponible en la plataforma Cine.Ar Play. Por Bruno Calabrese. Romero y Ruiz son una dupla de realizadores que ya cuenta con una importante lista de producciones, entre los que destacan El color de los sentidos (2005), Martín Fierro (2007), que contó con la participación de Roberto Fontanarrosa, Cuentos de la selva (2010) o Anida y el circo flotante (2016) Esta vez se meten en la literatura del escritor irlandés Oscar Wilde para contar la historia de un gigante a quien no le gusta jugar con los niños se verá envuelto en una aventura cuando, por su egoísmo, cambie el orden de la naturaleza. Cuenta con la participación de Alejandro Parker, Adriana Salonia, Virginia Kaufman, Manuel Wirtz y Mechi Lambre. El guion introduce algunos cambios en base al cuento original y piensa a las estaciones del tiempo como personajes, con personalidades y deseos distintos. Con interesantes disparadores que incentivan al cuidado de la naturaleza. Para eso, el film opta por introducir elementos locales que van apareciendo en forma natural. Es por eso que el norte argentino funciona como el lugar mágico donde vive el gigante, con cactus gigantes que florecen de noche y cerros de colores. Lo mismo que la artística de algunos personajes como Verano, voz de Manuel Wirtz. Con una estética de animación casi pictórica que recuerda a los dibujos del clásico libro de María Elena Walsh, Dailan Kifki, el film es un cuento narrado que mezcla dibujos planos, con colores fuertes. Al igual que sucedió dos semanas atrás con Lava, el estreno de películas animadas es otra buena noticia para el cine argentino, pero lo que destaca a El Gigante Egoísta por sobre los demás es que funciona como herramienta de conexión de los niños más chicos con la literatura de uno de los escritores más reconocidos mundialmente. Puntaje: 70/100. Animación
Para continuar completando un abanico bien diverso de propuestas dentro de la plataforma www.cine.ar/play, se suma esta semana a sus títulos de ficción y sus documentales, una propuesta para los más pequeños de la familia. Es otra de las creaciones de Liliana Romero y Norman Ruiz, una dupla de realizadores que ya cuenta con una importante lista de producciones, entre los que destacan “El color de los sentidos (2005)”, dos clásicos de la literatura nacional como el “Martín Fierro (2007)”, y los entrañables “Cuentos de la selva (2010)” de Horacio Quiroga, trabajos a los que se suma “Anida y el circo flotante” (2016). En esta ocasión, con “EL GIGANTE EGOISTA”, toman uno de los tres cuentos que Oscar Wilde ha escrito para niños con una historia que va inspirando, por momentos muy leventemente, el desarrollo del filme. Si bien toma algunos elementos centrales del cuento de Wilde -como la figura del Gigante al que no le simpatizaba casi en absoluto que los niños jugasen en su jardín-, la adaptación que hacen Romero y Ruiz sobre este material, le brinda un papel preponderante a las cuatro estaciones, quienes junto con ciertos fenómenos climático toman un verdadero protagonismo y de este modo, los niños, que eran la base fundamental en el cuento original, queden relegados a unas pocas escenas y un segundo plano. De esta forma, Romero y Ruiz optan por volcarse a un mensaje más ecologista, relacionando toda la historia con temas del medio ambiente, con el cuidado de la naturaleza, y que se complementa con el entorno que han elegido para desarrollar la historia, con paisajes autóctonos –se plantea algo que puede adivinarse como el Noroeste Argentino con sus cerros de colores y su vegetación tan característica- y personajes que desde su construcción estética se vinculan claramente con el tema. Los directores toman un riesgo importante en la transposición del cuento a una nueva mirada, y los resultados de esta adaptación de Wilde son sumamente positivos pero dentro de este contexto, se ven empañados por algunos otros elementos que no funcionan del todo armónicamente dentro de la puesta. Se distinguen dentro de las elecciones, la decisión de desarrollar ese lugar mágico que no está determinado ni en tiempo ni en espacio, que si bien es universal, está marcado por algunas decisiones estéticas que lo plantan en un presente y en una geografía que sea cercana al espectador, acompañada por una paleta de colores hermosa que se despliega naturalmente tanto en el paisaje como en la construcción de los personajes y una cuidada estética que conquista sobre todo por sus rasgos naïf, su simpleza y una técnica de animación tradicional con dibujos planos y con esa forma “artesanal” que empatiza perfectamente con la historia. Con lo cual “EL GIGANTE EGOISTA” contiene muchos más aciertos que puntos flojos pero lamentablemente en cuanto al desarrollo de las voces para cada uno de los personajes, muchos de los trabajos suenan desajustados. Del gran elenco que tiene la película en cuanto a las voces que se han prestado para los diferente personajes, sólo algunos pocos han podido comprender la propuesta y lograr una composición que armonice con el tono de la historia. Se destaca la dulzura de Virgina Kaufmann como Primavera, el excelente buen humor y dinamismo de Manuel Wirtz como Verano y el talento de Braian Pavón como Invierno –en una de las criaturas más logradas-. Por el contrario Adriana Salonia como Yinyi, uno de los papeles centrales de la historia, suena chirriante y exagerada, sin haber podido encontrar el tono propicio para un personaje que daba para mucho más. Tampoco Alejandro Paker como el Gigante encuentra el modo de transmitir la emocionalidad y elige una composición vocal que no se acompaña armoniosamente con la elección visual por lo que dos de estos personajes, de presencia casi excluyente a lo largo de todo el film, suenan desajustados y con una tonalidad que no suena placentera sino desmedida y bastante forzada. De todos modos, se agradece y es gratificante poder contar con nuevas propuestas dentro de la plataforma y sobre todo poder dar un espacio al cine de animación nacional que tiene tan pocas propuestas explorando nuevas formas de expresión lejos de cualquiera de los arquetipos comerciales que mayoritariamente se imponen dentro del género. POR QUE SI: «Los directores toman un riesgo importante en la transposición del cuento a una nueva mirada, y los resultados de esta adaptación de Wilde son sumamente positivos»
VOS SOS UN GIGANTE BUENO En la crítica de Anida y el circo flotante, estreno anterior también dirigido por Liliana Romero, decía que se trataba de una película que “confunde respecto del público al que apunta: para los chicos resultará casi tediosa y para los adultos una experiencia liviana, sin mayor atractivo”. La auto-cita (perdón por eso) viene al cuento de que lo mismo podría decir de El gigante egoísta y temía repetirme. Es que esta nueva película de Romero repite viejos errores al adaptar una historia de Oscar Wilde con un aire de cuento infantil un poco monótono. Hay una intención válida de volver a los viejos relatos, pero se olvida que esa estética debe tener una representación contemporánea para ser asimilada (no se trata de correr detrás de las nuevas olas, pero sí de entender por dónde van los tiempos). Es impensado que una generación de niños ultra-estimulados se sienta atraída por un relato que avanza morosamente, en una constante meseta de diálogos extensos y falta de movimiento. Uno puede pensar, en todo caso, en la implicación de un público adulto, incluso cuando algún chiste hace referencia a Cantando bajo la lluvia, pero estamos ante el mismo problema. Cuando la apuesta estética de una película no funciona, naufraga indefectiblemente. El gigante del título es el protagonista de la película, un ogro que cuida su jardín y odia a los niños que viven cerca, mientras se relaciona con las diferentes estaciones del año que llegan a visitarlo: con Otoño e Invierno tiene relaciones conflictivas, con Verano (el mejor personaje si conjugamos animación, trabajo vocal y psicología) hay cierto entendimiento y con Primavera un amor platónico. De hecho, su objetivo es producir de manera artificial un fruto para que ella lo pruebe, porque aparentemente los frutos que se producen de forma natural recién están maduros para el verano y ella nunca llega a probarlos. La narración estará puntuada, entonces, por la visita de aquellos personajes, que le otorgarán un sentido cíclico y una progresión explícita: sabemos que con la llegada de la última estación se cerrará el círculo de El gigante egoísta, que alcanzará sobre el final una suerte de moraleja ecologista. Romero suele trabajar la técnica de cut out o animación de recortes, incluso en esta producción donde se observa claramente la presencia de lo digital. Es una técnica artesanal y antigua, que podemos encontrar como gran exponente en la filmografía de Michel Ocelot, por ejemplo. Se trata de una técnica que requiere una precisión técnica, pero además una pertinencia estética. Y en esta suerte de remedo disneyano que propone Romero nuevamente (en Anida… lo hacía a través del uso de canciones), donde finalmente todo debería resolverse por la vía de la aventura, las cosas no fluyen, lucen estancas y rústicas. Sumado a una serie de giros y eventos algo precipitados y sin un desarrollo adecuado, como la redención del personaje hacia el final o el origen de todos los conflictos (la película arranca in media res), El gigante egoísta es un producto escasamente estimulante.
Aprendiendo a coexistir El film animado basado en el cuento de Oscar Wilde y dirigido por Liliana Romero y Norman Ruiz tendrá su estreno por las pantallas de Cine.ar y Cine.ar Play los días 24 y 25 de septiembre. El Gigante Egoísta (2020) ocurre en algún lugar mágico del mundo donde viven en armonía humanos y seres mágicos y uno de ellos, El Gigante (Alejandro Paker), se enamora de la señorita Primavera (Virginia Kaufmann)y él, en un acto egoísta, desea mostrarle a ella no sólo flores sino que también frutos maduros. Para lograrlo suspende el verano generando un caos ecológico que solo los niños y un par de lecciones lograrán solucionar. Este entretenido film está dirigido a los mas chicos y busca no solo enseñar sobre la naturaleza y lo importante de su correcto funcionamiento, sino que también sobre las emociones y sentimientos de las personas y cómo lidiar con ellos. Estéticamente logra un agradable manejo de las texturas, formas y colores en los diseños de fondos, algo que lamentablemente se pierde en los diseños finales de los personajes habiendo podido ser mejores, dando como resultado que desentonen un poco. Las actuaciones de voz y la voz en off que narra, están muy bien actuadas lo que ayuda a crear personajes entrañables y amistosos para los niños. La técnica de animación cutout digital es a la que se estila en los últimos tiempos y si bien tiende a ser algo robótica, aquí es fluída y grata de ver. Pero lo que considero mas destacable es el diseño de sonido y la hermosa banda sonora compuesta por Ivan Rusansky y Andrés Ortega; que acompaña todo el film logrando el clima correspondiente en todas las secuencias. "El Gigante Egoísta enseña sobre la importancia de aprender a compartir, tolerar y convivir con otros."
Adaptación libre del cuento de Oscar Wilde realizada en animación. Prolijo trabajo con tono ecológico-filosófico, mostrando la importancia de la naturaleza y su devenir. Con una técnica artesanal que por momentos produce instantes bellos, pero que en otros se ve fuera de época y algo monótona. Tal vez, como siempre, el problema es el doblaje de la película, donde las actuaciones parecen provenir de los films para niños que hacía el cine argentino cuarenta años atrás. Si bien es cierto que décadas atrás había mucho talento apuntando a los productos infantiles, no era su tono, sino su contenido lo que los hacía valiosos. No hay nada realmente malo en la película. El tema está bien elegido, Oscar Wilde no era necesario, hay una búsqueda de la belleza y ciertos elementos de genuina simpatía. En un género que a veces da productos muy malos, ni por asomo puede considerarse a este film entre ellos. Sus limitaciones no son accidentales, la película tal vez buscó remitir a otra época y otra manera de entender el cine.
Por amor Una de las principales referentes de la animación local, Liliana Romero (ANIDA y el Circo Flotante), regresa al cine con El gigante egoísta (2020), adaptación libre del cuento del mismo nombre de Oscar Wilde, y que propone, fiel a su estilo, la recuperación de elementos del folclore local para desarrollar su propuesta, que apunta a los más pequeños pero que puede disfrutarse en familia. Una animación sencilla, con colores estridentes, y elementos autóctonos del norte argentino como tulmas, cactus, trenzas y tejidos regionales, posibilitan la conexión con esta historia que habla de amor, amistad y de esfuerzo, pero también de egoísmo y necedad, y de la imposibilidad de ver realmente por qué acontecen algunas cuestiones aun habiéndolas provocado. Aquello que en el cuento de Wilde se presentaba como excusa para hablar de la niñez como uno de los más preciados valores para conservar y proteger, disparando a partir del egoísmo del gigante en cuestión su decisión de no compartir el jardín que con el correr de los años armó, fue luego una de las principales acusaciones que recibiera el escritor inglés, la de corrupción de menores, además de ponerlo tras las rejas por su sexualidad, sucesos lamentables que hasta hoy siguen opacando su talento y esmero. En la versión de Liliana Romero los niños están presentes, pero son personajes satélites más que protagónicos, primando la transformación de la naturaleza, el cuidado y respeto de los tiempos y la ética en la ciencia, como vectores de la historia. Claro está que estos temas, son trabajados pedagógicamente a lo largo del relato, dividiendo en cuatro el argumento y tomando como punto de partida los cambios de las estaciones del año en el jardín del gigante egoísta. El gigante está enamorado de la “primavera”, una bella dama que cada 21 de septiembre se acerca para florecer todo y a la que decidirá regalarle un nuevo fruto/flor, que recuerda a la relación de la Bella y la Bestia con la rosa guardada en la campana de cristal. Ante la imposibilidad de convertir en realidad su idea se embarcará en una difícil aventura/empresa para lograrlo y así quedarse con el amor de la joven. Romero avanza a paso firme, en un cuento que tiene mucho de varios clásicos, pero que aggiornandolo al uso nostro, se permite transitar con cierto toque costumbrista una historia de amor imposible, entre un monstruo y una estación particular de la naturaleza. Así, la participación del resto de los personajes como “invierno”, “otoño” y “verano”, cada uno con sus características y “poderes”, por decirlo de alguna manera, no harán otra cosa que agregar elementos fantásticos a una película que descansa su encanto en la complicidad que a partir de lo imposible se genera con el personaje protagónico. Por allí la ecología comienza a primar como texto, asumiendo su protagonismo y desarrollando ideas asociadas a evitar alterar el orden de la naturaleza (por el afán del gigante de pasar más tiempo con su enamorada), el cuidado en la manipulación genética de especies (por su interés en crear una nueva desde la nada misma), el ser solidario y asistir a los demás, entre otros. Tal vez al avanzar algunas líneas narrativas abiertas no terminen de cerrar del todo su ciclo, convirtiendo, algunas escenas y diálogos en confusos episodios estancos, pero esto no llega a afectar a la totalidad de la propuesta, la que, con honestidad, se propone como un entretenimiento educativo fresco en el panorama de la animación cinematográfica local.