"El lado luminoso de la soledad"
Difícilmente exista otra obra literaria tan exitosa y reconocida mundialmente que encaje de forma perfecta con el extravagante y sobrecargado modo de filmar de un gran realizador contemporáneo como lo es Baz Luhrman.
La novela escrita por Francis Scott Fitzgerald en 1925, y que hasta el día de hoy refleja de forma inoxidable el materialismo en el que se basa el sueño americano y la crueldad y ridiculez del esnobismo, le queda como anillo al dedo al australiano responsable de films como “Moulin Rouge” y “Australia”, entre otros.
“El Gran Gatsby” sin embargo debe tomarse con pinzas ya que se trata de una gran película que significa el regreso de uno de los directores más detallistas del cine actual, y a su vez también, de una adaptación relativamente pobre a la hora de reflejar la crítica social y los argumentos más fuertes de la obra homónima en la que se basa.
Y digo relativamente porque por momentos Luhrman se pierde en intentar atrapar al espectador con un espectáculo visual de inmensas proporciones, musicalizado como los dioses (y realzado por el 3-D), y termina por olvidarse de transmitir el espíritu de la historia.
Con sus antecedentes esto era completamente esperable, pero así y todo la primera parte de “El Gran Gatsby” con sus fiestas y la cámara siguiendo hasta el más intrascendente de los detalles (a nivel argumentativo, claro) termina haciéndose un poco densa y repetitiva, aunque repito: No por eso menos entretenida y deslumbrante a nivel visual.
A medida que avanza el relato Luhrman va levantando el pie del acelerador y empieza a conducir despacio por la ruta que es de interés para la gran mayoría de los que acuden a ver esta película y, dejando de lado el cotillón y los efectos especiales, se adentra en el desarrollo de una historia que habla como ninguna otra de la superficialidad de las relaciones personales en la clase alta.
Con un argumento que nos invita a llevar adelante una reflexión que trascendió generaciones y generaciones, “El Gran Gatsby” aunque muchos no lo entiendan de esa forma, muestra su mejor cara en la segunda mitad del film, ofreciendo solidas actuaciones, un guión dinámico y bastante aceitado y un apartado técnico menos llamativo y mucho más acorde a lo que se cuenta.
La historia de Gatsby no deja de ser un drama acerca de la soledad, la superficialidad y el fuerte choque contra la realidad que se llevan aquellas personas que piensan que el dinero es la llave que abre todas las puertas de la vida.
Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Isla Fisher y Jason Clarke son las piezas claves que, al moverse al ritmo de la novela de Fitzgerald, hacen que el realizador logre atrapar nuevamente al publico de forma más genuina, preparándolos para un desenlace que puede ser abrupto y previsible, lo cual es una consecuencia completamente ajena a esta producción.
Recordemos que con esta última versión ya son cinco las veces que se adaptó esta obra a la pantalla grande (1926, 1949, 1974 y 2000), instalándose así en la cabeza de una generación completamente nueva que, sin embargo, ya adquirió los retazos de esta historia debido a que la misma generó una influencia casi masiva en muchísimas otras producciones de este estilo.
Por eso “El Gran Gatsby” de Baz Luhrman seguramente será vitoreada por los más jóvenes, quienes con fundamentos sólidos y tangibles pueden sostener que están frente a una película que encaja perfecto para los gustos de su generación, lo cual también es cierto.
Los más añejos, en cambio, disfrutaran de la grandilocuencia cinematográfica que el realizador australiano supo darle a una historia clásica y que, sin alcanzar los niveles de calidad del libro, cumple con todas las expectativas que uno tiene a la hora de entrar a una sala para ver la historia de Gatsby.